¿Reli...qué? Religulous subt
El triunfo de la ignorancia
Ricardo Martínez García
Bill Maher es un cómico y presentador de televisión que se ha hecho famoso en los Estados Unidos gracias a dos programas: Politically Incorrect y Real Time,
los cuales realiza con gran cantidad de sátira, crítica y mucho humor,
lo cual le ha granjeado tremendas críticas de los grupos aludidos o
criticados.
Maher es el conductor del documental dirigido por Larry Charles Religulous (que al parecer es una combinación de las palabras religión y ridículo en inglés) y que se ha subtitulado en español Reli…qué?
Se trata de un documental de matiz burlón, irónico, sarcástico, sobre
lo que algunos grupos religiosos de los Estados Unidos (y de alguna que
otra parte del mundo) piensan de temas como la salvación, quién es
Jesús, la homosexualidad, la verdad o falsedad de lo que la Biblia
señala en ciertos pasajes, la fe.
Crítico
acérrimo de los malos políticos, de Bush Jr., y de los pederastas en el
catolicismo entre otros, en el documental Maher dice ser de origen
mitad católico y mitad judío. Entrevista a líderes religiosos, desde una
capilla rodante para traileros, o carismáticos y cínicos charlatanes
que dicen ser descendientes directos de Jesús, como el tal boricua José
Luis Miranda, que afirma ser el elegido, que dice ser Jesús mismo, hasta
pasar por algunos disidentes mormones, musulmanes gays y un extraño
judío ortodoxo en contra del asentamiento de su pueblo en Tierra Santa.
Si
alguien ha llegado a pensar que el pueblo mexicano en general es
fanático religioso, se sorprenderá al ver en este documental a estas
agrupaciones religiosas norteamericanas que van más allá del mero
fanatismo guadalupano o de cualquier miembro del santoral católico. Pero
no sólo eso, constatará que permea en ellos una ignorancia abismal,
pues casi nadie de ellos ha estudiado su propia religión, nadie la vive
de manera crítica (pues nadie les enseñó a vivirla críticamente).
El
propio Maher reconoce que dejó de asistir a la iglesia católica a los
trece años. No profundizó en sus propias creencias, nunca puso su fe
bajo la lupa de lo racional. Es por eso que lo vemos preguntando a otros
-que hacen alarde involuntariamente de su ignorancia- si creen que una
serpiente habló, si Dios en realidad es tres personas en una, y tratando
de mostrar que el cristianismo abrevó de diferentes fuentes religiosas
mucho más antiguas que el propio judaísmo.
Maher
aparentemente muestra lo ridículo de la religión porque parte de sus
propias confusiones e ignorancia, y porque por lo que se ve no está muy
dispuesto a escuchar a los que sí muestran cierto conocimiento. Al estar
frente al Vaticano, lugar en el que no lo dejaron entrar, entrevista a
un sacerdote católico dicharachero pero que pronto parece representar
cierta rebeldía ante el status quo de su religión. A la pregunta de si
es posible enseñar la verdadera fe, el sacerdote casi entre risas le
dice que no, que no hay manera y que es una pérdida de tiempo tratar de
enseñar a la plebe la verdadera fe. Se imponen las tradiciones, la
costumbre, la fe del carbonero. Este sacerdote llama a este tipo de
creyentes “católicos de café”.
Vemos
desfilar entonces en la cinta a cínicos charlatanes, estafadores y
vivales, pero también a gente sencilla pero muy fanatizada.
Harold
Bloom, el famoso crítico literario, ha dicho que en los Estados Unidos
la cultura va desapareciendo y que está siendo sustituida por los
grandes parques temáticos. Al ver las representaciones teatrales de la
pasión en el parque llamado Holy Land Experience, en
Orlando Florida, no cabe duda de que el espíritu mercantil anglosajón ha
permeado desde siempre al espíritu religioso. Representaciones del
Mercado de Jerusalén, episodios Bíblicos actuados, y toda la
parafernalia de un parque de diversiones pero de carácter religioso
hacen de la experiencia religiosa algo que a muchos se nos antojará
verdaderamente ridículo.
Bill
Maher entrevista en ese lugar al actor que personifica a Jesús, un
hombre bien intencionado pero que carece de una formación religiosa
sólida, lo cual se deja ver en sus superficiales respuestas.
El
documental no carece de interés, pero es fácil advertir por qué ha
encendido los ánimos contra Maher. Es un documental que muestra la
superficialidad de las religiones y que no profundiza en el conocimiento
de sus fundamentos sino sólo de lo peor de las consecuencias del
desconocimiento de dichos fundamentos.
Otra
cosa hubiera sido en el filme si se hubiera entrevistado al mismo
Bloom, o si hubiera dado más participación al científico del Proyecto
Genoma Humano (Craig Vender, creo) o a algún sacerdote crítico de su
propia religión, miembro de alguna de las grandes Órdenes, como los de
la Compañía de Jesús o los Agustinos Recoletos. Pero ni el conductor ni
el director tenían esos planes. Aún así es divertido ver cómo se burlan
de ciertos aspectos de los grupos religiosos, sobre todo en territorio
norteamericano.
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