el propósito de la vida: dispersar energía
Nociones como la entropía y la
evolución nos llevan a entender el concepto de la vida como flujo de
energía y su propósito fundamental como la dispersión de esta, lo cual,
en un momento crítico como el que enfrenta nuestra especie, nos
conectaría de nuevo con la naturaleza y los sistemas físicos del
planeta.
(Portada de Natural Energy de Royal Throne Entertainment)
Las ideas más perniciosas en la ciencia
tienden a ser aquellas que amenazan al ego colectivo de la humanidad y
nos avientan más lejos de nuestro pedestal de centralidad.La Revolución
Copernicana desalojó bruscamente a los humanos de ser el centro del
Universo. La Revolución Darwiniana tiró al Homo Sapiens de la cumbre de
la vida. Hoy una nueva revolución igual de amenazante se observa en el
horizonte del conocimiento y espera pacientemente al reconocimiento de
nuestra especie:
La concepción de que el propósito de la vida es dispersar la energía.
Muchos de nosotros estamos un poco familiarizados con la segunda ley de la termodinámica, la entropía,que
establece que todos las cosas tienden al desequilibro y que el desorden
cósmico es cada vez mayor, ésta tendencia constante de la energía a
dispersarse lleva a la transición de formas de alta calidad a formas de
baja calidad. En términos más generales, la naturaleza aborrece el
gradiente, donde un gradiente es simplemente una diferencia en una
distancia – por ejemplo, la temperatura ola presión. Los sistemas
físicos – incluyendo los de la atmósfera, la hidrosfera, la geosfera-
todos están integrados por esta ley, impulsada por la dispersión de la
energía, en particular el flujo de calor, continuamente tratando de
lograr el equilibrio. Fenómenos tan diversos como el movimiento de las
placas litosféricas, el flujo hacia el norte de la Corriente del Golfo, y
la ocurrencia de huracanes mortales son ejemplos de manifestaciones de
la segunda ley.
Existe evidencia de que la vida, es
decir, la biosfera, no es diferente. Se ha dicho a menudo que la
complejidad de la vida contradice la segunda ley, que indica la acción,
ya sea de una deidad o de algún proceso supernatural desconocido,
dependiendo de su parcialidad. Sin embargo, la evolución de la vida y la
dinámica de los ecosistemas obedecen al mandato de la segunda ley, que
funciona en gran parte al dispersarla energía. Lo hacen a través de los
ciclos metabólicos estables que almacenan energía química y
continuamente reducen el gradiente solar. Plantas fotosintéticas, las
bacterias y las algas capturan la energía del sol y forman el núcleo de
todas las redes tróficas.
Virtualmente, todos los organismos,
incluyendo a los humanos, son transformados por la luz del sol, todos
somos coordenadas temporales en el flujo de energía. La sucesión
ecológica, vista desde una perspectiva termodinámica, es un proceso que
maximiza la captura y la degradación de la energía. Del mismo modo, la
tendencia de la vida en volverse cada vez más compleja en los últimos
3.5 millones de años no se debe simplemente a la selección natural, como
la mayoría de los evolucionistas siguen argumentando, sino también a
los “esfuerzos” de la naturaleza para capturar más y más flujos del
sol.
La ecología ha sido resumida en una
declaración concisa: “la energía fluye, la materia es cíclica” Sin
embargo, esta máxima se aplica por igual a los sistemas complejos en el
mundo inanimado y literalmente une a la biosfera con el mundo físico.
Cada vez más, parece que el ciclismo y los sistemas de remolinos
complejos de la materia tienen una tendencia natural a surgir de
gradientes de energía. Este fenómeno recurrente pudo incluso haber sido
la fuerza impulsora detrás de los orígenes de la vida.
Esta idea no es nueva, y ciertamente no
es la mía. El premio nobel Erwin Schrödinger fue uno de los primeros en
articular la hipótesis, como parte de sus famosas conferencias en Dublín
llamadas ¿Qué es la vida?. Más recientemente, Sagan Dorian y
Eric Schneider han llevado este concepto mucho más allá, impulsado por
los resultados de una serie de estudios, en particular dentro de la
ecología. Schneider y Sagan Dorian proporcionan un excelente resumen de
esta hipótesis en su reciente libro Into the Cool.
El concepto de la vida como flujo de
energía, una vez digerido, es muy profundo. Así como Darwin
fundamentalmente conectó a los seres humanos con el mundo no-humano, la
perspectiva termodinámica conecta íntimamente a la vida con el mundo
no-viviente. Es probable que ésta idea provoque la reacción de muchos
sectores, incluyendo la religión yla ciencia. La maravillosa diversidad y
complejidad de la vida a través del tiempo, lejos de ser el producto de
un diseño inteligente, es un fenómeno natural íntimamente ligado a la
realidad física del flujo de energía.
Por otra parte, la evolución no es
impulsada por la maquila de los genes egoístas que se propagan a sí
mismos a través de incontables milenios. Al contrario, la ecología y la
evolución en conjunto funcionan efectivamente como medios extremadamente
persistentes de la reducción del gradiente generado por nuestra
estrella más cercana. A mi juicio, la teoría de la evolución (el
proceso, no el hecho de la evolución) y la biología en general se
dirigen a una revisión a fondo una vez que los investigadores comprendan
plenamente la idea de que los sistemas complejos de la tierra, el aire,
el agua y la vida no sólo están interconectados, pero son materia
cíclica interdependiente con el fin de mantener el flujo de la energía.
Aunque esta declaración se refiere
únicamente a la función naturalista y no aborda lo que respecta al
significado espiritual, es probable que tenga efectos profundos fuera
dela ciencia. En particular, la comprensión de la vida en la dispersión
de la energía tiene un gran potencial para ayudar a los humanos a volver
a conectarse con la naturaleza y con los sistemas físicos del planeta
en un momento clave en la historia de nuestra especie.
http://pijamasurf.com/2012/09/el-proposito-de-la-vida-dispersar-energia/
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