El inventor que rechazó 60 millones de dólares por su conciencia

Jeffrey Van Middlebrook, un polifacético inventor de Silicon Valley, ideó en 2006 una manera para aislar los gases de los residuos de la combustión que, aplicada a una escala industrial, podría valer una fortuna.
Middlebrook inventó el sistema en su taller y lo llamó ‘sistema de licuefacción de gases de la combustión por aislamiento fraccional de amplio espectro’. Luego de fabricarlo a pequeña escala, fue a buscar financiación nacional. Pero ni el gobierno ni las empresas privadas estuvieron dispuestos a ofrecer el dinero necesario para llevar el invento del taller a una fábrica.
Pero en 2011, China tocó su puerta. Middlebrook se reunió con delegaciones del Partido Comunista en dos ocasiones: de la provincia de Hubei en San José en 2011, y de Jiangsu en San Francisco en febrero de 2012.
Asociado con una universidad de China y con el apoyo de las arcas del Partido Comunista, le ofrecieron a él y a un socio U$S 60 millones para investigación y desarrollo. Tendría un laboratorio en una universidad en China con los científicos, ingenieros y equipamientos necesarios para llevar su invento a una escala industrial. Fue a comienzos de 2012 y las negociaciones se dieron sin problemas.
Para mayo de 2012, el socio chino de Middlebrook, un científico formado en el MIT que lideró las negociaciones con las delegaciones chinas, estaba haciendo los arreglos para que ambos viajaran en septiembre.
Los chinos estaban sumamente interesados en el invento de Middlebrook por su potencial aplicación en el desarrollo de tecnología de carbón limpia. China es el mayor consumidor mundial de carbón, y la contaminación que produce es enorme cuando se lo quema para producir la energía. Cerca de medio millón de personas en China mueren prematuramente cada año por enfermedades relacionadas con la polución, y la quema de carbón contribuye significativamente con el smog negro que asfixia a las ciudades chinas.
Luego Middlebrook comenzó a leer noticias en La Gran Época sobre los hospitales militares en China que sustrajeron órganos a decenas de miles de prisioneros de conciencia, en su mayoría practicantes de Falun Gong, una pacífica disciplina espiritual. Leyó sobre las terribles torturas y la inexorable persecución que lleva a cabo el régimen. Y se opuso.
“Cuando comencé a leer eso me provocó un intenso conflicto moral”, dijo Middlebrook. “Por un lado, estaba China colgando U$S 60 millones sobre mi cabeza. Muy tentador. Es muy difícil conseguir fondos de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. Es un proceso difícil más allá de la tecnología”.
Middlebrook continúa: “Aquí tenemos a un gobierno extranjero mostrándonos el dinero bajo nuestras narices, y luego comienzo a leer sobre las horribles cosas que ocurren en China. Y pensé: ‘No puedo hacer esto. No puedo aceptar su dinero. No puedo ir a China. No importa lo que significa mi tecnología, no importa cuánto van a invertir, no puedo aceptar el dinero de China’”.
Sus amigos le preguntaron: ¿por qué no aceptas el dinero, desarrollas la tecnología para beneficiar al mundo y luego te das vuelta y la usas para hacer algo bueno? A lo que Middlebrook respondió: “Aceptar su dinero es aceptar dinero manchado con sangre. Si es cierto que están matando a la gente por sus órganos, y si eso involucra a los niveles más altos del gobierno –no sé cómo no sería así– no puedo vender mi tecnología y beneficiarme financieramente, sin importar lo valiosa que pueda ser la tecnología para el mejoramiento del medio ambiente”.
Y agregó: “No puedo aceptar ese dinero sabiendo que hay gente que está perdiendo sus vidas para que yo tenga ese dinero. No puedo hacerlo”.
Middlebrook, que estudió geología e ingeniería, ha inventado diversos aparatos, y algunos de ellos están siendo comercializados.
El sistema de combustión de desechos utiliza una serie de cámaras. Cada cámara extrae algunos componentes indeseados del gas residual, convirtiéndolos en líquido. Puede atrapar dióxido de carbono, dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno, por ejemplo; una vez en estado líquido, pueden ser neutralizados y utilizados en aplicaciones industriales o agrícolas –en lugar de ser liberados en la atmósfera.
Otros inventos de Middlebrook incluyen un escudo de seguridad para motosierras, una cámara toroidal de 360º, un sistema anti-robo universal a control remoto y una válvula de descarga horizontal de alcantarillas, inventada en 1991 y actualmente en negociaciones de contratación.
Maneja la empresa Invention Dynamics, LLC, y vive en California del Sur hace décadas. Un artículo del Monterey County Weekly señala que a fines de la década de 1970 realizó “trabajos de carpintería, plomería y electricidad” para la oficina de Gary Kildall en Pacific Grove, uno de los pioneros de las computadoras personales.
Unos seis meses después de avisarle a su colega que no aceptaba el trato, Middlebrook escribió una carta a la edición en inglés de La Gran Época para agradecer al periódico por su “honestidad periodística, por lo menos el mayor grado de honestidad posible que pueden tener los seres humanos al informar algo”. Entonces La Gran Época lo contactó y comenzó a verificar su historia.
Contó que escribió al periódico “para sacarlo a la luz… no para darme una palmadita en la espalda”. Middlebrook dijo que espera que los gobiernos y las grandes corporaciones –“no simples personas como yo”– tomen más en serio los derechos humanos en China. “Las grandes empresas tienen que poner los puntos: es inmoral, descaradamente inmoral, y no vamos a negociar”.
Middlebrook ofreció una detallada descripción de su invento y permitió a un editor hacer una reseña de dos solicitudes de patente relacionadas. Brindó una foto de una parte del aparato y una carta de Leon E. Panetta, ex Secretario de Defensa, en la que este reconoce el invento de Middlebrook de aislación de CO2. Panetta escribió: “Sin embargo, tu mejor recurso es probablemente algún tipo de financiación gubernamental. Debo advertirte que los fondos para este tipo de proyectos son escasos, dado el estado actual de la economía”. Eso fue en diciembre de 2008.
La documentación de las negociaciones de Middlebrook con la delegación china la tiene su ex socio chino, quien guió las negociaciones, y cuyo nombre Middlebrook pidió quedara en reserva. “No quiero que nadie salga lastimado”, dijo en referencia al hecho de que las fuerzas de seguridad chinas y el Partido Comunista son conocidos por castigar severamente a quienes hablan sobre las violaciones de derechos humanos del régimen.
Al estar asociado con Middlebrook, su ex socio –de etnia china, criado en China y que visita a su familia y hace negocios allí– podría ser castigado y sufrir amenazas a sus intereses comerciales o a su seguridad personal.
El socio tiene un conjunto de inventos que apuntan a reciclar el agua de los desechos industriales utilizando microorganismos y que originalmente se planeaban desarrollar comercialmente junto a las cámaras de captura de gases. La Gran Época verificó de manera independiente el nombre del socio.
La Gran Época también contactó a otro socio de Middlebrook, Reinaldo García, dramaturgo, músico y ex periodista, para conocer más al inventor. García está trabajando en un guión cinematográfico con Middlebrook. Recuerda haber visto una publicación en el muro del Facebook de Middlebrook hace varios meses en el que anunciaba que había rechazado el financiamiento de China luego de leer que el régimen estaba sustrayendo órganos a prisioneros de conciencia.
“Pensé que estaba fanfarroneando, que quizás le habían rechazado los fondos y que se estaba justificando diciendo que estaba tomando una postura moral”, recuerda García. “¿Es verdad?”, le preguntó a Middlebrook y pronto se convenció de la veracidad del relato. “No tenía problemas en aclarar las cosas. Explicó muy bien lo que China estaba haciendo y cómo él se oponía a eso. Él podría haber obtenido el financiamiento”.
Es imposible saber si la tecnología que inventó Middlebrook podría haber sido aplicada con éxito en una escala industrial. “Cuando las cosas se llevan a otra escala aparecen complicaciones que no se pueden preveer”, explica Middlebrook. “Pero aparentemente podría haber sido llevado a una escala mayor, y hubiera traído grandes beneficios”.
Continuó: “En cierto sentido, aquí hay un principio superior, pero no a costa de personas que están siendo asesinadas por sus órganos. No puedo ser parte de eso. Es análogo a esas personas que sabían lo que pasaba en Auschwitz y miraron para otro lado. Para mí eso es lo que China está haciendo, asesinar gente por sus órganos. Es el Auschwitz de China. Yo lo supe por el periódico de ustedes, y esto significa que a pesar de que mi tecnología no se desarrolle, podré mirarme en el espejo y decir: no acepté dinero manchado con sangre de un gobierno que está asesinando a su pueblo”.

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