6 razones por las cuales Apple dejó de ser la compañía “cool” de productos que todos querían
- TOMADO DE pijamasurf
Diversos factores se han combinado para que el auge de Apple
parezca cercano a su fin y, en contraste, la empresa fundada por Steve
Jobs se encamine hacia una decadencia en la que las ganacias económicas
no cesan, pero sí el aura de glamour que rodeaba a sus productos.
Mucho se habla de la volatilidad como
una de los rasgos supuestamente característicos de nuestra época, esa
incesante seducción por lo nuevo que nos hace olvidar sumamente rápido
aquello que alguna vez nos asombró y, lo que quizá sea un tanto más
cuestionable o preocupante, aquello que alguna vez nos despertó el deseo
de poseerlo.
En buena medida este fue el caso de
Apple y sus productos. Especialmente durante esa última “edad de oro”
que antecedió a la muerte de Steve Jobs, los gadgets de Apple
avivaron el furor del consumismo, desataron un frenesí para algunos
inexplicable en torno a mercancías que venían acompañadas de cierto halo
de sofisticación y estatus, de distinción para una nueva clase asentada
en ese éter del capitalismo donde el valor reside en la apariencia, un
velo que oculta las características reales de la mercancía: que está
fabricada para no durar, que el precio de venta excede exponencialmente el costo de producción, que en esta se encuentran involucradas prácticas de explotación lindantes con el esclavismo y el endiosamiento de un personaje elevado al altar de los ídolos modernos.
Sin embargo, tal parece que dicho apogeo se ha convertido ya en crepúsculo y eso que alguna vez fue anhelado hasta el exceso de intercambiar uno o dos de sus productos por un órgano,
ahora coquetea con la indiferencia y quizá hasta el repudio de la misma
muchedumbre consumista que alguna vez hizo filas kilométricas fuera de
los almacenes y las tiendas.
¿Por qué razón? De entrada, claro, por
ese gusto por lo inédito que esta Apple post-Jobs parece incapaz de
satisfacer. Pero también por pequeños o grandes tropiezos que han
contribuido a minar su imagen, la frescura que había caracterizado a la
compañía durante los últimos años-
1. Apple ya es aburrido
Diversos sondeos y encuestas, principalmente entre estudiantes universitarios de Estados Unidos,
comienzan a asociar Apple con el poco o nulo asombro que antaño
provocaba con sus anuncios y lanzamientos. La expectación de ayer se ha
convertido hoy en el aburrimiento o el desdén, todo esto suscitado por
la impresión que se tiene de abuso al consumidor en los nuevos
productos, los cuales se consideran muy por encima de un precio de venta
razonable y no es posible personalizarlos técnicamente. Por lo demás,
los “nuevos” iPhones, iPads y MacBooks se consideran, en esencia, más de
lo mismo.
2. El estilo gansteril de Tim Cook
Luego de la muerte de Jobs Tim Cook tomó
las riendas de Apple. Sin embargo, a diferencia de su predecesor, Cook
carece de la simpatía o el carisma público que caracterizó en sus
últimos años al fundador de la compañía. El actual CEO se ha visto
envuelto en polémicas por el cobro de impuestos en Estados Unidos
(defendiendo la evasión fiscal), otras a propósito de la alteración de
precios de ebooks en la iTunes Store (aumentándolos en Estados Unidos) y, en general, demostrando cierto estilo ejecutivo-gansteril, poco popular, que se ha contagiado al resto de la compañía.
3. Operaciones millonarias en Bolsa
Esa ruleta socialmente aceptada que es
la bolsa de valores le ha generado a Apple ganancias cuantiosas que, sin
embargo, no se reflejan en el desarrollo de nuevos productos o la
mejora en el bienestar de sus trabajadores (más allá de los altos
ejecutivos, que se encuentran entre los mejor pagados de Estados Unidos),
denotando cierta codicia que en muy poco ayuda a la empresa. Su
incursión en Wall Street, con una cifra que ronda los 60 mil millones de
dólares, fue vista por analistas como una renuncia a la innovación y,
por otro lado, la “financialización de la corporación”, en la cual el
abismo existente entre los ejecutivos y los trabajadores de niveles
medios y bajos está signado por la desigualdad económica, el
estancamiento y la inconformidad social.
4. Apple sin Jobs
Como decíamos antes, el auge reciente de Apple se explica en buena medida por la notable vitalidad de Steve Jobs a quien, sin ser Dios,
es difícil regatearle esa capacidad que todos tenemos pero en la que
pocos creemos lo suficiente como para volverla una realidad: transformar
el mundo por vía de la voluntad personal. Jobs, es cierto, tenía genio,
conocimiento de disciplinas diversas, capacidad de síntesis de dichos
conocimientos, acaso también una buena dosis de osadía y de fe en sí
mismo, lo cual lo distinguía y al mismo tiempo hizo que, al partir, su
ausencia fuera difícil de reparar. De nuevo, con el impacto que esto
supone para la imagen de la compañía.
5. El desprecio hacia sus trabajadores
Apple no es la única compañía en el
mundo que abusa abiertamente de los obreros que manufacturan sus
productos, pero quizá sí una de las pocas en las que este abuso adquiere
cierto significado simbólico. El glamour de los productos, el orgullo
con que sus poseedores los presumen, la sofisticación de su diseño, la
lujosa asepsia de sus tiendas, contrasta obscena o dolorosamente con la
situación de los trabajadores que en fábricas de China (sobre todo),
pagan una buena parte del costo que implica dicho valor agregado. La subsidiaria Foxconn,
con presencia en el sur del país asiático, somete a sus empleados
(niños incluidos) a jornadas laborales excesivas, en condiciones
lindantes con la esclavitud, con tal de satisfacer la voraz demanda del
consumismo contemporáneo. En su territorio de origen, Estados Unidos, se
procura que los trabajadores igualmente ganen lo mínimo y no hagan
carrera dentro de la empresa.
6. Guerra al consumidor
Pero si los obreros cumplen una función
importantísima en la generación de ganancias para los altos ejecutivos
de Apple, el consumidor es quien culmina esta maquinaria de codicia
aparentemente infinita. ¿De qué manera? Comprando productos que, sabe de
antemano, están fabricados para no durar. Apple tiende cada vez más a
apoyarse en el consumidor, a venderle actualizaciones cada vez más
frecuentes y que mecanismos paralelos vuelven “necesarias”, bajando
rápidamente los precios de un producto que recién había salido al
mercado (en medio de una gran expectativa), imponiendo candados a sus
productos que impiden que el propietario los abra.
Conductas corporativas que, en el fondo, son expresión de una profunda
arrogancia por parte de una empresa que se cree demasiado grande como
para atender los posibles reclamos de los minúsculos seres que allá
abajo piden la concesión de una gracia (en forma de un nuevo gadget).
Con información de Alternet
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