Will o’ the wisps o las luces fantasma
Memento mori: recuerda que morirás; acaso los fantasmas sean un
recordatorio inesperado, pero preciso, de la fatalidad de la existencia,
luciérnagas sombrías que surgen de una rasgadura en nuestro universo
personal.
Sospecho que a todos nos ha pasado.
Alguna vez un farol nos pareció la luna y cuando volvimos a mirar era
sólo un farol -suertudo farol- que mutó un momento. O vimos luciérnagas
donde no las hubo, o un resplandor al final de una avenida… La mayor
parte de las veces, creo, ni siquiera las registramos; es como todas
esas cosas que desechamos porque no las pudimos comprobar. Parte de esas
cosas que se quedan sólo como un presentimiento. Lo cierto es que esas
luces tienen un nombre, o muchos nombres, y una presencia en la
narrativa general.
Los will-o’-the-wisps, o ignis fatuus (referidas
en español como “luces fatuas”) son luces atmosféricas fantasma,
parecidas a velas parpadeantes, que se manifiestan en incontables
lugares, textos y conversaciones como un augurio de que algo terrible
está apunto de pasar. O al menos así se lee en la mayoría de las
culturas. Lo que acaba de suceder en México, por ejemplo, es una versión
de este fenómeno: segundos antes de que se desatara el terremoto del 16
de junio aparecieron unas “luces”
en el horizonte de la ciudad, generando una expectativa de que algo más
pasó. El fenómeno se le atribuyó, con todo sentido, a la liberación de
energía que generó el temblor, que se manifestó en forma de destellos o
“luces en el cielo”. Sin importar su origen, las luces se manifestaron
poco antes del evento y estaban allí para anunciar.
Las luces fantasma existen en un lugar
extranjero que no es ni natural ni paranormal, pero son parte del mundo
folclórico de los fenómenos –uno de los más improbables, es verdad, pero
uno de los más encantadores-. En el folklor nórdico, algunos viajeros
dicen haberlas visto sobre pantanos y ciénagas como diminutos faros que
los guiaron, o que más a menudo los desviaron, de su camino. En Europa
se cree que estas luces son las almas de los muertos, seres
supernaturales o hadas que tratan de llevar a los viajeros por mal
camino. En Europa del norte (Dinamarca, Finlandia, Suecia…) se cree que
las luces fatuas marcan la locación de un tesoro que sólo se puede
desenterrar cuando las luces están allí. El “fuego hado”, en
Inglaterra, es casi siempre un personaje maligno de las historias: lleva
a los viajeros entre bosques sinuosos, y cuando están suficientemente
adentrados en lo desconocido, se apagan, dejándolos en la oscuridad.
De manera similar, a los marineros se
les presentan como faros fantasma: aparecen como una promesa de tierra, y
luego se apagan… llevándolos a su muerte. Son, tomando en cuenta los
momentos que escogen para resplandecer, una especie de memento mori; un recordatorio de que vamos a morir.
Es curioso que el testimonio más vasto que tenemos de las ignes fatui lo
hayan dejado los viajeros. Ellos, que tienen la envidiable suerte de
conocer mucho más de los que a veces quisieran, relatan las historias de
Will y las luciérnagas (Will siendo abreviación de William, que es
todosloshombres, y a la vez el sustantivo “voluntad” “deseo”) y que son
sin duda la única especie acreditada para hablar de fenomenología. Como
es de esperarse, la ciencia también ha tratado de entender el fenómeno, y
de hecho uno de los testimonios más poéticos que tenemos es del físico
francés Pierre Bertholon de Saint-Lazare, quién apuntó:
Este es un nombre
que algunas veces se da al fenómeno que es más frecuentemente llamado
Jack-o’-Lantern o Will-o’-the-Wisp. Parece ser una bola de fuego que
varía de tamaño: desde el de la flama de una vela al de una cabeza
humana. Generalmente se observan en lugares húmedos, pantanosos,
moviéndose de aquí a allá; pero se sabe que pueden quedarse
perfectamente quietas y emitir centelleos. Mientras te acercas se
alejará, quedando siempre fuera de tu alcance. Si te retiras, te
seguirá. Que estas bolas de fuego de hecho ocurren, y que repetirán tus
movimientos, parece estar establecido, pero no he escuchado aun a
alguien que ofrezca una explicación satisfactoria. Los que son menos
supersticiosos dicen que es la combustión de los gases que ascienden de
los pantanos. Pero cómo una luz producida por un gas puede ser descrita y
moverse como la describí, avanzando mientras avanzas, retrocediendo
mientras retrocedes, sin tener una conexión visible con la tierra, no
está claro para mí.
Haciendo justicia a su naturaleza, en la
literatura también aparecen aquí y allá, en distintos periodos
históricos y en distintos géneros narrativos. En Paradise Lost, en
el canto XI, Milton compara a Satán con un “will-o’-the-wisp” cuanto
éste tienta a Eva a probar la fruta del árbol de la sabiduría. En el Ulises,
Joyce comienza su capítulo más siniestro –Circe- con will’-o’-the-wisps
rojas y negras apareciendo a la entrada de “nighttown” junto con
señales de peligro. Tolkien las nombra en El señor de los anillos y Bram Stoker en el primer capítulo de Drácula. También Schubert las capturó, en su nombre en alemán, Irrlicht, que significa exactamente lo mismo, en su ciclo Winterreise.
Las luces fatuas son una manifestación,
una especie de arquetipo que da señales cristalinas (de esas que
entendemos sin saber cómo ni por qué). Creo que al contrario de ser
fatales, como las ha guardado el folklor, son un recordatorio de la
fatalidad. Uno que nos viene bien a todos en ciertos momentos de la
vida. En forma de luz, intermitente como las luciérnagas, los
will-o’-the-wisps son una pequeña ranura en la tela del universo.
FUENTE http://pijamasurf.com
Creo que la acepción más común de este fenómeno en castellano es la de fuegos fatuos. Muy interesante artículo, sobre todo para quienes vivimos en grandes ciudades y hemos perdido contacto con ese espíritu ancestral y misterioso que aún se haya presente en regiones rurales con tradiciones más vivas y genuinas.
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