¡Nuestras Mentes! ¿Llegaremos a conocerlas alguna vez?
El cerebro es capaz de inventar recuerdos de hechos que nunca ocurrieron y visitar lugares que, ¡no sabemos si existirán en alguna parte! Los cien mil millones de neuronas que no dejan de titilar produciendo fogonazos que hacen saltar las ideas que nos llegan, no pocas veces sin saber de dónde, es aún un gran misterio que los estudiosos tratan de resolver. No se ha podido llegar a saber cómo funciona el cerebro humano y su complejidad es tal que, sólo el universo mismo se le podría comparar.
Algunos dicen que todo surgió de la “nada” a partir de una fluctuación cuántica del vacío (?)
Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.
La cosmología observacional se ocupa de
las propiedades físicas del Universo, como su composición física
referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además
de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología
física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes
conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica
construye que dan una descripción matemática de las propiedades
observadas del Universo basadas en esta comprensión física.
La cosmología también tiene aspectos
filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de
comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. La
cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad , la teoría de Einstein
de la gravitación. De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad
es la que tiene efectos más intensos a escalas y domina el
comportamiento del Universo en su conjunto.
El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que , los posiblesagujeros de gusano
y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede o
puede suceder. De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos,
queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento
racional de personalidad humana que controla y reprime los impulsos del
inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo
exterior.
Sólo conocemos el Universo que nos ha
dejado ver la luz, esa radiación electromagnética a la que es sensible
el ojo humano, y, otras de ondas más cortas que …
Al ser conscientes, entendemos y
aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que
adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la
realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir
la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el
conocimiento de esa realidad, responda exactamente a lo que ésta es en
sí, no parece .
Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley,
Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una
base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace
de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los datos que nos
suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos
datos. Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos
capacitan , y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento
(inteligencia). Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos,
pero éstos son inútiles sin el entendimiento.
A todo esto, para mí, el conocimiento
está inducido por el . La falta y ausencia de interés aleja el
conocimiento. El interés puede ser de distinta índole: científico,
social, artístico, filosófico, etc. (La gama es tan amplia que existen
conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal
punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno
de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y
la elección está adecuada a la conformación individual de la
sensibilidad e inteligencia de cada cual.
Lo que ocurría allá arriba, siempre despertó en nosotros y curiosidad
También se da el caso de personas que
prácticamente, por cuestiones genéticas o de otra índole, carecen de
cualquier por el conocimiento del mundo que les rodea, sus atributos
sensoriales y de inteligencia funcionan a tan bajo rendimiento que, sus
comportamientos son casi-animales (en el sentido de la falta de
racionalidad), son guiados por la costumbre y las necesidades primarias:
comer, dormir…
El polo opuesto lo encontramos en múltiples ejemplos de la historia de la ciencia, donde personajes como Newton, Einstein, Riemann, Ramanujan y tantos otros (cada uno en su ámbito del conocimiento), dejaron la muestra al mundo de su genio .
Pero toda la realidad está encerrada en
una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los
misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes,
persiguen.
La conciencia nos grita. Siempre hay un
momento en que nos quedamos a solas con nosotros mismos. Entonces,
delante del espejo de nuestra propia conciencia, nos quitamos lentamente
esa careta que utilizamos ante la Sociedad y… ¡No siempre nos gusta lo
que vemos!
Todo el mundo sabe lo que es la
conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y
reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Esta engañosa
simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del
siglo XIX sobre la atención:”Todo el mundo sabe lo que es la atención;
es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un
hilo de pensamiento de entre simultáneamente posibles”. Más de cien
años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una
comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde
luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca.
¿Vivir sin filosofía? Sería vivir con los ojos cerrados.
La falta de comprensión ciertamente no
se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o
científicos. Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos
han los temas que hayan preocuado a los filósofos tan persistentemente
como el enigma de la conciencia.
Para Descartes, como para más de dos
siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de
pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento.
El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como
fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un
reconocimiento explícito del papel central que representaba la
conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué
conocemos y cómo le conocemos).
Claro que tomado a pie juntillas, “soy
consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe
más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de
acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de
mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por
imposibilidad intelectual, lo es que son muchas las cuestiones y las
cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.
Todo el entramado existente alrededor de
la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor
el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros.
¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales
particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el
mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades
esenciales de la experiencia consciente ?
Cada uno de los estados conscientes es
unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir
entre un ingente de estados conscientes distintos.
Sherrington
Bertrand Russell
Muchos han los que han querido explicar
lo que es la conciencia. En 1.940, el gran neurofisiólogo Charles
Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el
problema de la conciencia. Unos pocos años más tarde también lo
intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y,
en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue
satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo
que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos;
de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los
filósofos para alcanzar una respuesta:
“Suponemos que un proceso fisico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan. Esta concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.
Está claro que en lo más profundo de
ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las planteadas o
requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado.
Al comienzo mencionaba el cosmos y la
gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos
acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la
misma cosa. Universo-Galaxia-Mente. Nada es independiente en un
sentido global, sino que son de un todo y están estrechamente
relacionados.
Una Galaxia es simplemente una parte
pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción
infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser
comparados (en a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias
pensantes e inteligentes. Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y,
aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en
realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide
directamente en las otras.
Pocas dudas pueden caber a estas alturas
de que, el hecho de que podamos estar hablando de estas cuestiones, es
un milagro en sí .
Después de millones y millones de años
de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los
animales conciertas estructuras cerebrales de cierta (aunque limitadas)
complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental,
pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un
verdadero lenguaje.
La conciencia de orden (que floreció en
los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria)
viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad
explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y
futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma
más desarrollada, una capacidad lingüística.
Los procesos neuronales que subyacen en
nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los y
experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de
momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la
máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.
Si eso es así, resultará que después de
todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y
solo se trata da tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes
tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones
físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente
integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora
presentimos.
El carácter de la conciencia me hace
adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un
proceso y que, desde este punto de , puede considerarse un ente digno
del estudio científico perfectamente legítimo.
La conciencia plantea un problema
especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la
Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en
función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el
lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos
en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica.
Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma
entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder
explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua
líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de
acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad
que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente
de la existencia de un observador consciente.
Somos conscientes de lo que realmente estamos viendo, o, por el contrario, sólo vemos la fachada
En el caso de la conciencia, sin
embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es
simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o
las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del
funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos
simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una
descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos
hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el
cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia
experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores
conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada
ocurrencia del filósofo Tomas Negel, qué se siente al ser un
murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué
significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos
conscientes, saber qué es ese “algo” que no s hace ser como somos,
explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas
experienciales. En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo”
que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la
cual edificar toda la filosofía.
Ninguna descripción, por prolija que
sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva. Muchos
filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto.
Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la
discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría
para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color.
Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará
nunca para que una daltónica consiga experimentar un color.
En un experimento mental filosófico,
Mary, una neurocientífica del futuro que era daltónica, lo sabe todo
acerca del visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la
discriminación del color. Sin embargo, cuando por fin logra recuperar
la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente
insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado
con la sensación de percibir el color. John locke vio claramente este
problema hace mucho tiempo.
Pensemos por un momento que tenemos un
amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes
de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba
esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árabes y los
arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las
abejas, el aroma y el rumor del río, cuyas aguas cantarinas no cesan de
correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan
alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una
brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de
pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante
tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le
contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción
empleáramos.
Esa complejidad nos llevará muy lejos.
Sin embargo, ¿Cómo podríamos saber todo lo que corre por la mente
Humana? Sus intrincados laberintos y sus cien mil millones de neuronas,
tantas como estrellas tiene la Vía Láctea. Nuestras mentes son los
recintos que guardan el universo entero y, aún no hemos tenido tiempo
evolutivo para comprender, que en ese recinto nuestro, están todas las
respuestas que incansables buscamos.
La mente humana es tan compleja que, no
todos ante la misma cosa, vemos lo mismo. Nos enseñan figuras y dibujos
y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos
sugiere. De entre personas solo coinciden tres, los otro siete divergen
en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.
A veces los pensamientos parecen tener
vida propia y surgen en la mente de imprevisto. En ocasiones son
ideasque, hasta a nosotros mismos (sus portadores) nos sorprenden. a
Mente parece, a veces, que está situada en un “universo” aparte de
nuestro Universo y, de ella surgen ideas y pensamientos que… ¡No parecen
de este mundo!
Esto nos viene a demostrar la
individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir. Sin
embargo, la misma , realizada en grupos de conocimientos científicos
similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc. hace que
el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma
respuesta al problema planteado. Esto nos sugiere que, la mente, está
en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para
dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para
desarrollarse.
¿ Debemos concluir entonces que una
explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre
fuera de nuestro alcance? ¿O es de manera posible romper esa barrera,
tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la
conciencia?
Todavía no sabemos encajar las piezas
La respuesta a estas y otras preguntas,
en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en
este del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física
cuántica, existe unprincipio de incertidumbre
que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos
impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque
podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del
conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras
razones está el serio inconveniente que su nosotros mismos, ya que, con
nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia
destrucción.
Una cosa si está clara: ninguna
explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno
real de lo que la propia mente pueda hacernos sentir a traves de los
sentimientos que allí se crean.
¿Cómo se podría comparar la descripción
de un gran Amor con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando?
Llegar a esta situación de arriba es todo un privilegio que no todos
pueden alcanzar y, como se dice algunas veces: “Me gustaría que nos
hiciéramos viejos juntos”… Cuando sucede, es Hermoso. Es la prueba de
una gran compenetración y de un gran respeto mutuo, de haberlo dado todo
el uno por el otro y saber perdonar.
Hay cosas que no pueden ser sustituidas,
por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y márketin se
empeñen, lo auténtico siempre será único. Es curioso cómo funciona la
Naturaleza. Si miramos unos millones de protones, electrones o neutrones,
no podemos ver ninguna diferencia en ninguno de ellos, todos son
exactamente iguales. Sin embargo, nosotros los Humanos, somos siete mil
millones y, aunque parecidos, nunca podremos encontrar a dos seres
iguales, ni físicamente ni mentalmente tampoco, Cada uno de nosotros
tiene su propio mundo en su Mente.
emilio silveraFUENTE http://selenitaconsciente.com/
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