Un nuevo hallazgo refuerza la idea de que somos extraterrestres
El origen de la vida en la Tierra es objeto de debate prácticamente desde que el hombre es hombre. Incluso hoy, los científicos no están seguros de si los "ladrillos" básicos de la vida se crearon aquí, en nuestro planeta, o si por el contrario fueron traídos a la Tierra por cometas y meteoritos. Una duda cuya resolución resulta de la máxima importancia, porque si efectivamente esos componentes fueron traídos aquí "desde fuera", entonces nada impide que esos mismos ladrillos hayan sido transportados también a otros planetas.
Los constituyentes biológicos fundamentales para la vida
son compuestos orgánicos que pueden ensamblarse entre sí para formar
proteínas, así como ARN y ADN, elementos básicos para las células vivas.
Y resulta que hasta el momento, los investigadores han encontrado la
mayoría de estos compuestos básicos tanto en cometas como en meteoritos,
aunque también, "sueltos" en el espacio, mezclados con el polvo
interestelar. Sin embargo, la ribosa, un azúcar que constituye el
"esqueleto" del ARN, nunca había sido hallado fuera de nuestro planeta.
Por eso, el anuncio de un equipo de investigadores franceses en la
revista Science, afirmando que la ribosa puede formarse en cometas, ha
sorprendido a la comunidad científica internacional. Y refuerza, de
paso, la idea de que la vida fue "sembrada" en la Tierra por estos
vagabundos espaciales.
Igual que el ADN, también el ARN (Acido ribonucléico) codifica
información, a pesar de ser una molécula mucho más simple. Una popular
hipótesis científica sugiere que las formas de vida más primitivas
habrían usado ARN en lugar de ADN para transmitir la información
genética a las nuevas generaciones. Incluso en la actualidad, con
múltiples formas de vida compleja plenamente desarrolladas, las células
siguen utilizando ARN para que transporten la información necesaria para
que las proteínas se ensamblen de la forma correcta. Incluso siguen
existiendo virus cuyos genomas se basan exclusivamente en el ARN.
El experimento de la vida
La historia de la búsqueda de los procesos químicos que pudieron
llevar a la vida comienza a mediados del pasado siglo XX, cuando Stanley
Miller y Harold Urey trataron de crear aminoácidos induciendo
corrientes eléctricas (que simulaban rayos) en una mezcla de agua,
metano, amoniaco e hidrógeno la cual, según ellos, recreaba la atmósfera
de la Tierra joven.
El nuevo experimento, sin embargo, va más allá, y trata de
reproducir las condiciones que reinaban en el "disco protoplanetario"
(el material sobrante de la formación del Sol) a partir del que se
formaron tanto los cometas como los planetas en nuestro Sistema Solar.
Los investigadores enfriaron una mezcla de metanol y amoniaco hasta una
temperatura de -195 grados Celsius y en el interior de una cámara de
vacío. Al mismo tiempo que la mezcla se condensaba para formar hielo,
los científicos la bombardearon con luz ultravioleta.
El proceso resulta muy similar a lo que sucede en un disco
protoplanetario, cuando pequeños granos de hielo se unen entre sí para
formar cometas. Ocasionalmente, los científicos calentaron el hielo
hasta llevarlo a temperatura ambiente, para simular lo que sucede cuando
un cometa se acerca al Sol. Al final, durante el experimento se
formaron una gran cantidad de compuestos orgánicos, incluyendo ribosa y
otros azúcares.
¿Pero cómo pudieron esos componentes llegar hasta la Tierra?
Cualquier azúcar o molécula orgánica formada en el disco protoplanetario
habría tenido que sobrevivir a los múltiples impactos sufridos por los
granos de hielo al juntarse para formar cometas y asteroides. Y aunque
recientes experimentos sugieren que este proceso podría no ser violento
en absoluto, las colisiones continuas entre los pequeños fragmentos de
material habría tenido que destruir, si no a todas, sí a la mayor parte
de estas moléculas orgánicas.
Evidentemente, no fue así. Diversos experimentos en los que se
dispararon unos contra otros granos helados han demostrado que también
este proceso puede conducir a la formación de compuestos orgánicos, como
por ejemplo aminoácidos. La Tierra se formó gracias a la colisión y
fusión de objetos más pequeños, como cometas y asteroides. El calor
liberado por estas colisiones, sin embargo, se hizo tan intenso que
formó un océano de magma sobre la superficie de la Tierra naciente. Y
eso sí que debería haber destruido cualquier componente orgánico que
estuviera presente. Una segunda "oleada" de cometas y asteroides
lloviendo sobre el joven planeta debió ser, por lo tanto, la responsable
de liberar en él los compuestos orgánicos necesarios para la vida.
Otros mundos "sembrados"
A pesar de lo emocionante de estos resultados, es importante
recordar que deben ser verificados mediante la observación de lo que
sucede en cometas reales. E incluso después de esa comprobación seguiría
siendo posible que los ladrillos básicos de la vida se hubieran formado
directamente aquí, sin necesidad de una aportación "extraterrestre".
El hallazgo, sin embargo, viene a sumarse al número creciente de
evidencias que sugieren que los ladrillos de la vida son
extraordinariamente comunes en todo el Universo, lo que nos lleva a la
tentadora posibilidad de que otros mundos que reunieran las condiciones
adecuadas también podrían haber sido "sembrados". Ahora, la gran
pregunta es saber cuál es la probabilidad de que esos pequeños ladrillos
básicos se ensamblen, efectivamente, hasta formar un ser viviente. Para
ello, las moléculas deben alcanzar concentraciones que permitan
desencadenar reacciones adicionales, y eso aún no ha podido encontrarse
en ningún meteorito. Aunque los nuevos experimentos sugieren que esas
grandes concentraciones sí que podrían darse en los cometas.
La cosa no termina aquí. Porque la ribosa no es el tipo de azúcar
más abundante que se formó durante los experimentos de los científicos.
Lo cual nos lleva a la pregunta de si pudo formarse, en algún lugar,
alguna clase de vida basada en otro tipo de azúcar y, por lo tanto, con
un mecanismo de codificación diferente al ARN. Y si fue así, ¿cuánta
agua haría falta para que el proceso funcionara? ¿Y sería necesaria una
superficie sólida? Responder a estas cuestiones es el punto actual en el
que se encuentra la investigación. Y el paso necesario para comprender
si la mera presencia de los componentes básicos de la vida por todo el
Universo fue suficiente, o no, para que pueda surgir vida fuera de la
Tierra.
Fuente: abc
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