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Yinn: Los seres sin alma

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Dr. MANUEL MOROS PEÑA | Según la tradición árabe, los yinn serían seres invisibles, una forma de vida intermedia entre los dioses y los hombres que habitarían mundos paralelos al nuestro o dimensiones desconocidas. Serían tan antiguos como la vida misma y muy anteriores al hombre, con el que habrían convivido durante milenios. No serían entidades sobrenaturales, sino que poseerían una especie de corporeidad, aunque tan sutil y etérea que serían invisibles a nuestros sentidos. De hecho, el término deriva del verbo árabe “yanna”, que significa esconder u ocultar, haciendo referencia a que permanecen ocultos a nuestros sentidos. A pesar de ello, en determinadas circunstancias podrían adoptar formas visibles, de animales como gatos, perros, burros, escorpiones, pájaros, cabras o serpientes; de humanos de hermosa apariencia o seres grotescos mitad humanos y mitad animales; de fenómenos atmosféricos (nubes, vientos, tormentas…) o de otro tipo de cosas incorpóreas (humo, fuego, polvo, sombras…). Son capaces de recorrer enormes distancias a una gran velocidad y de mover objetos muy pesados como rocas e incluso montañas. citammp1De hecho, según se cuenta en el Talmud (recopilación de la tradición oral judía) y en el Corán, el rey Salomón contó con ayuda para construir el colosal Templo de Jerusalén y los majestuosos edificios que lo rodeaban. Lo hizo mediante un anillo que le regaló Dios por medio del arcángel Miguel y que portaba un sello formado por dos triángulos superpuestos (lo que más tarde se conoció como Estrella de David, símbolo de la identidad judía y del Estado del Israel), y el nombre verdadero de Dios. Con el anillo, Salomón mandaba a los hombres, a los animales, a los yinn y a todos los seres creados por Dios. A los yinn que se negaron a obedecerle les encerró en jarrones tapados con un sello de plomo en que figuraba impreso el nombre de Dios. También se dice que poseía una enorme alfombra de seda, oro y piedras preciosas, de noventa kilómetros de largo por noventa kilómetros de ancho, donde cabía toda su corte y su ejército, y que a una orden suya, los yinn la elevaban por los aires, haciéndole recorrer enormes distancias en muy poco tiempo. La fama de Salomón como controlador de los yinn fue creciendo a lo largo de los siglos, inspirando numerosos libros de demonología, de los cuales el más famoso es La Clavícula de Salomón, que apareció en el siglo XIV.
yinn1Los yinn viven muchos más años que los hombres, sin llegar a ser inmortales, y carecen de alma, por lo que al morir, simplemente se desvanecen. Tienen razón y lenguaje, viven en comunidades organizadas jerárquicamente y tienen comportamientos similares a los humanos: se casan, tienen hijos, trabajan y duermen, comen y beben. En ocasiones mantienen contactos carnales con los humanos, pues según algunas tradiciones, pueden alcanzar la inmortalidad si se unen a un hombre o una mujer. Algunos están unidos a lugares concretos, otros se desplazan a voluntad; algunos son amistosos con los hombres y otros hostiles. Cuando aprecian a algún humano le otorgan regalos materiales (oro, joyas) o bien le reportan fortuna en los negocios y los juegos de azar, potencia sexual, éxito social y consejos atinados. Además, al tratarse de seres que aunque compartan nuestro mundo no se rigen por las leyes físicas ordinarias del espacio-tiempo, poseen el don de conocer tanto el pasado como el futuro.
En arameo y otras lenguas existen raíces similares con un significado parecido, lo que hace que algunos estudiosos lleguen a la conclusión de que la figura del yinn pudiera ser de origen no árabe, posiblemente introducida en su cultura en el último período pre-islámico. De hecho, este tipo de seres han estado presentes en todas las tradiciones del mundo desde tiempos inmemoriales. Parece no haber existido ninguna sociedad, fueran cuales fueran sea sus patrones culturales o su desarrollo histórico, entre cuyas creencias no haya figurado alguna de estas criaturas. Son los daimones griegos; los genii romanos; los devata hindúes; los loa vudús; los oni japoneses; los elementales de Paracelso; los seres feéricos protagonistas de las tradiciones populares y los cuentos infantiles y los santos, vírgenes y demonios del cristianismo. Son los espíritus buenos y malvados de los indígenas de África, América y Oceanía.citammp2
Mahoma reconoció la existencia de estos seres y los incorporó a la religión que fundó, citándolos unas 50 veces en el Corán, además de dedicarles la sura 72, de 28 versículos, llamada precisamente Sura Al-Yinn. Allí puede leerse que los yinn fueron creados por Dios antes que el hombre y que mientras éste fue hecho de barro, los ángeles lo fueron de luz y los yinn del fuego sin humo. Unos son musulmanes y otros infieles. El jefe de estos últimos es Iblís (“privado de toda bondad”), que se negó a postrarse frente a Adán al considerarse mejor que él, ya que fue creado de fuego y no de barro. También es conocido como Shaytán (“adversario” en arameo). Con este nombre aparece citado 87 veces en el Corán, mientras que el nombre de Iblís aparece tan solo nueve veces.
Los yinn se hicieron populares en el mundo occidental como personajes de Las mil y una noches, con el nombre de “genios”, que es como les llamaron los traductores franceses de la obra en el siglo XVII debido a su semejanza fonética con la palabra “génie”, derivada del latín “genius”, que es como se designaba a los espíritus tutelares asignados a cada persona desde su nacimiento. En cuentos como El pescador y el genio o Aladino y la lámpara maravillosa podemos encontrar claras reminiscencias de la historia del rey Salomón.
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Los yinn suelen habitar en zonas aisladas como los desiertos o en regiones de arboleda muy tupida, pero también en ruinas, cementerios y letrinas. También en zonas ricas en agua, como fuentes y embalses, con mucha vegetación. Además, un tipo particular puede ocupar las viviendas de los humanos, conociéndoseles como “aamir” (moradores). Normalmente utilizan la noche y la oscuridad para actuar, desapareciendo con la llegada de la luz. Se detectan por los extraños fenómenos tipo poltergeist que provocan, como fuertes golpes o movimientos de objetos. La forma de expulsar un yinn sería invocar el nombre de Dios y recitar periódicamente los versículos del Corán que protegen frente a ellos.
Además, los yinn malignos pueden llegar a poseer un cuerpo humano y provocarle todo tipo de enfermedades físicas y mentales. En el mundo musulmán hay un amplio número de enfermedades y aficciones que son atribuidas a la intervención de un yinn en un humano, desde la parálisis total a la pérdida de memoria o a la desorientación; desde la asfixia o la epilepsia a las disfunciones sexuales como la impotencia o la esterilidad o a la locura. De hecho, al loco en árabe se le llama “maynúm”, que etimológicamente significa “poseído por los yinn”.
citammp3Se cree que los yinn penetran a través de los orificios naturales (la nariz, la boca y el ano, e incluso los poros de la piel), entrando en la corriente sanguínea y circulando rápidamente a través del cuerpo. En estos casos será necesaria la intervención de un líder religioso entrenado para realizar exorcismos, que podrá utilizar métodos sancionados por el Corán como la ruqyah (recitar versículos mientras se toca la cabeza del poseído) o aplicar o hacer beber mezclas de miel y hierbas. Los métodos sufí incluyen la azima (soplar sobre la persona afectada mientras una mano descansa sobre su cabeza); la mihaya (escribir textos del Corán en un papel que después se disuelve en agua y se hace beber a la persona afectada) o la bahkara (escribir textos del Corán en un papel que después se quema). Sin embargo, muchos métodos se alejan de las enseñanzas del Corán, basándose más en los conceptos pre-islámicos de la magia negra y el mal de ojo, usando amuletos, invocaciones y ceremonias Zar (realización de sanaciones en público que incluyen sacrificios de animales, bailes y tambores). Los métodos más heterodoxos para expulsar al yinn incluyen los castigos corporales y el confinamiento.
Se dice que los niños pequeños son más susceptibles de ser poseídos por un yinn son por no poder recitar el salát, las cinco oraciones diarias obligatorias del Corán. Para evitarlo, se aconseja decir bismillah, es decir, “en el nombre de Alá”, antes de entrar en casa, comer, beber o desnudarlos para cambiarles la ropa o bañarlos, que es cuando se considera que son más vulnerables.
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