No lo sabes, pero vives en una prisión en la que te vigilas a ti mismo
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Enamorados de una pistola que apunta hacia nosotros mismos;
adictos al control que cabe en nuestra mano, en nuestro bolsillo. Así
es como podríamos definir a la humanidad ante las nuevas tecnologías,
ante internet.
Poca duda cabe después de leer El Quinto Elemento (Deusto, 2015), lo último de Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña: los ciudadanos hemos caído en la trampa de la dimensión virtual. Y no estamos alarmados por algo tan evidente como idiota, pues nuestra vida física sigue intacta –o eso pensamos– mientras gobiernos, empresas, ejércitos, agencias de inteligencia y hackers operan en el ciberespacio.
Los siguientes son tres conceptos básicos presentes en el libro, muy
útiles para fomentar la paranoia. Porque si no eres paranoico, estás
loco.
1. Te están chupando la sangre, y gratis
A ver, de una vez por todas: cualquier empresa tecnológica con sede en Estados Unidos trabaja para Obama.
"Multinacionales como Google, Facebook, Dropbox, Apple, AOL, Yahoo!,
Twitter o Instagram suministran información al Gobierno de Estados
Unidos", afirma Suárez en el libro.
Aunque lo
nieguen reiteradamente se ha demostrado que estas empresas mienten: "En
la mayoría de los casos, las multinacionales colaboran de buen grado con
la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), facilitándole un acceso permanente y sin autorización previa a toda la información privada almacenada en sus servidores", escribe.
La administración destina partidas de
millones de dólares para asegurarse la complicidad de las empresas
tecnológicas y de todo Silicon Valley: "Si el patriotismo y el dinero no son suficientes [...] el Gobierno del país dispone de la Ley Patriótica,
que fue aprobada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y que
amplió los poderes de vigilancia contra los delitos de terrorismo".
Es decir, te vigilan por las buenas o por
las malas. No hay privacidad: "Por si fuera poco, debido a su estatus
económico y tecnológico, la mayor parte de las comunicaciones mundiales
pasa por Estados Unidos [...] eso convierte las redes norteamerianas en el Disneyland de los voyeurs".
Vamos ahora a la segunda parte: el "gratis".
¿Sabías que los servicios de inteligencia de Gran Bretaña y Estados
Unidos han espiado a sus ciudadanos a través de aplicaciones gratuitas
como Angry Birds?
Si es gratis, entonces el producto eres tú
Quizá tampoco sepas que ningún mandatario inteligente utiliza smartphone. Al menos, Obama lo tiene prohibido por motivos de seguridad.
Dos premisas que nunca fallan:
"Si es gratis, entonces el producto eres tú", "Si es un smartphone,
entonces no es un teléfono, es un dispositivo de seguimiento".
2. Para bien y para mal, lo que ves no es todo lo que hay
"Te despiertas y enciendes el ordenador.
Subes al metro y tecleas en tu móvil. Crees que el mundo cabe en la
pantalla de tu iPad. No hay rincón del universo digital que no pueda
barrer tu dispositivo inteligente, no hay información que no puedas
encontrar con Google Chrome [...] lamento decirte
que lo que puedes ver es tan sólo una pequeña superficie emergida en
medio del océano: la punta de un inmenso iceberg".
La darknet, también conocida como deep web,
es el internet oculto que no podrás encontrar a través de tus
buscadores habituales. Se trata de un cúmulo inmenso de contenido
indexado que surgió allá por 2001, tras la clausura de Napster, la
primera gran red de intercambio de archivos P2P.
Hackear un ordenador personal: 80 dólares. Hackear un perfil de Facebook o Twitter: 50 dólares
Seguramente utilizaste la deep web en sus inicios, buscando música y películas en Ares, Kazaa o Emule. Hoy va mucho más allá de estas redes de intercambio y concentra el 96% del tráfico de la red.
¿Y cómo se accede? A través de programas como TOR, un software financiado por organizaciones filantrópicas. ¿Y qué hay allí abajo? Pues de todo.
Gracias a la deep web millones de
personas sortean la censura y pueden expresarse libremente. Muchos
movimientos sociales disidentes se organizan sin ser detectados por
regímenes gracias a TOR.
Pero, como ya habrás intuido, en el quinto elemento las fronteras entre buenos y malos son difusas.
Hay hacktivistas que vulneran leyes por motivos éticos y la defensa de
las libertades civiles, como Anonymous; hay hackers que se lucran con el
cibercrimen, trabajando para sí mismos o para otros.
Seguramente formaste parte de los inicios de la deep web: ¿buscaste música o películas en Ares, eDonkey, Kazaa o Emule?
De hecho, Alejandro Suárez expone algunos servicios disponibles en la deep web:
"Hackear un servidor web (VPS o hosting): 120 dólares.
Localizar a alguien: 140 dólares.
Hackear un ordenador personal: 80 dólares.
Hackear un perfil de Facebook, Twitter, etc: 50 dólares".
3. El Epic Fail y la prisión en la que te vigilas a ti mismo
El gesto más humano, el selfie más inocente, puede terminar en atentado terrorista. Cuenta el autor una anécdota en su libro que, por suerte, terminó bien. Es decir, en nada.
"Base militar Coronel Sánchez Bilbao, en Almagro (Ciudad Real). En diciembre de 2014 sucedió un surrealista incidente al dejarse un piloto las llaves de un helicóptero Tigre HAD/E dentro de la cabina (sí, para matarlo).
Al no poder acceder al aparato, considerado uno de los orgullos
tecnológicos de nuestro ejército, se llamó a un cerrajero de una
población cercana.
Al ejército español le entraron sudores fríos cuando un cerrajero subió a Facebook un selfie que mostraba los cuadros de mando del helicóptero
"El paisano, posiblemente habituado a otro tipo de trabajos, no se
había visto en una situación como esa en la vida. Aprovechó la ocasión
para inmortalizarse", relata Suárez.
El cerrajero publicó los selfies en Facebook, y al ejército español le entraron los sudores fríos: en las imágenes era posible ver los cuadros de mando, que dan información del equipamiento de todo el helicóptero. El hombre las borró ipso facto.
El ciberterrorismo, y la ciberguerra entre países, es quizá el rostro más temible de la dimensión virtual.
El próximo 11-S empezará con un clic
Terroristas, gobiernos, corporaciones y criminales compiten por ser los
primeros en aprovechar la tecnología en su favor, y en 2014 llegaron a
gastar 71.000 millones de dólares en ciberseguridad (se prevé que en
2019 será el doble). Algo que, según el autor, sólo es un parche: "Sólo hay dos tipos de sistemas informáticos: los que ya han sido comprometidos y los que lo serán próximamente".
Ya se habla de cibercalifato, de los hackers de ISIS: "La amenaza existe, es exponencial e inmediata [...] El próximo 11-S empezará con un clic".
Sin embargo el ciberterrorismo no ha producido aún su primera víctima
mortal. Lo que sí genera es miedo: "Y ese miedo se explota [...] un
gobierno occidental puede dictar todo tipo de normas y leyes en contra
de las libertades personales con la aprobación de sus ciudadanos".
Alguien que no sabe si le observan pero sabe que puede estar siendo observado, se siente vigilado y siempre será sumiso
En referencia al miedo y al control,
Alejandro Suárez habla de la estructura que proyectó el filósofo y
economista Jeremy Bentham en el siglo XVII, el panóptico:
"Se trataba de diseñar la cárcel perfecta, y el objetivo era tener a
los reclusos controlados sin necesidad de verlos todo el tiempo".
Se construyó una torre en el centro del patio, con un ángulo que
impedía a los reclusos poder ver si había alguien dentro: "Alguien que
no sabe si le observan pero sabe que puede estar siendo observado, se
siente vigilado y siempre será sumiso. Se trata de usar el miedo para que los ciudadanos cumplan, y los tiempos no han cambiado mucho desde entonces".
El Quinto Elemento es una prisión en la que te vigilas a ti mismo.
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