ANONYMOUS destapa el fraude electoral del PP en el 26J

plazabierta.com
By Feliciano Morales Martín on 10 octubre, 2016
fraude electoral
En el Derecho Romano, principal fuente histórica de nuestro derecho, se contemplaba un delito llamado «crimen ambitus», que describía la corrupción electoral, especialmente la compra de votos.
Durante el periodo republicano (509 a.C. – 27 a.C.), el propio sistema electoral facilitaba, de hecho, la corrupción, que se agravó a partir de la expansión territorial y marítima producida después de la Segunda Guerra Púnica. Los gobernadores comenzaron a enriquecerse sin escrúpulos a través del cobro de impuestos excesivos y la apropiación de dinero de la administración pública. Como denunció en aquella época el historiador romano Salustio, «los poderosos comenzaron a transformar la libertad en licencia. Cada cual cogía lo que podía, saqueaba, robaba. El Estado era gobernado por el arbitrio de unos pocos».
 Por aquel entonces, el «crimen repetundarum» aludía a los delitos de corrupción, cohecho o tráfico de influencias. La primera ley que se estableció fue la «Lex Calpurnia» (149 a.C.), como consecuencia del abuso del gobernador de la provincia de Lusitania, Servio Sulpicio Galba, al que se acusó de malversación de fondos y fue juzgado por un jurado procedente de la orden senatorial, algo que era toda una novedad. Sin embargo, esta primera ley no imponía ninguna pena pública, sino la devolución del dinero que había sustraído.
En el 123 a.C., se establecieron una serie de tribunales permanentes, llamados «quaestiones perpetuaes», cuyo cometido fue el de investigar todas estas malas prácticas y extorsiones de los gobernadores provinciales que habían sido denunciadas por los ciudadanos. Al principio no tuvieron el éxito deseado, pero fueron importantes porque con ellos se definió legalmente el «crimen repetundarum», que hizo alusión a los delitos de corrupción, cohecho o tráfico de influencias.
Este sistema se fue perfeccionando con la definición de nuevos delitos. El «crimen maiestatis», por ejemplo, definía los abusos de poder por parte de los senadores y magistrados. Era considerado el acto más grave contra la República y fue castigado, incluso, con la pena de muerte o el exilio voluntario. El «crimen peculatus» hacía referencia a la malversación y apropiación indebida de fondos públicos por parte de un funcionario, así como la alteración de moneda o documentos oficiales. O el «crimen ambitus», que describía la corrupción electoral, especialmente la compra de votos.
La situación descrita parece una calcomanía de lo que, desde la Constitución de 1978 se vive en España, pero con un sistema penal más indulgente y tolerante con los que ejercen el poder de forma irregular. Estamos, por tanto, ante una demostración clara y patente de que el poder corrompe, y de qué manera; hecho evidenciado por la degradación de unas instituciones, empezando por la Jefatura del Estado, durante el reinado del que llaman rey emérito, que han convertido el ejercicio del poder en una auténtica cloaca.
Rajoy pirata
Rajoy pirata
 “como parece que en este país, que algunos no han dudado de bautizar con el nombre de «Españistan», como una moderna modalidad de hacer alusión al deterioro económico y político del que ha sido objeto  a manos de políticos y partidos corruptos, que han conformado gobiernos despóticos; a veces difíciles de combatir con la promulgación de leyes lasas aprobadas por un legislativo bajo la técnica del rodillo de las mayorías absolutas, unas veces en manos del PP y otras del PSOE,, amparando a los ladrones de cuello blanco y condenando a los pobres desgraciados que, en ocasiones, delinquen”

Ahora bien, este problema se ha convertido en una patología social desde el momento en esas formas deleznables de actuar son respaldada por los súbditos, y creo haber utilizado la palabra correcta, pues no conozco que haya otra forma menos  peyorativa para denominar a quienes se someten a un poder en el que el «Estado de Derecho» es una mera entelequia plasmada en un Texto Constitucional que no ha dejado de ser más que una mera declaración de intenciones en la mayoría de los casos.
Así pues, como parece ser que en este país que algunos no han dudado de bautizar con el nombre de «Españistan», como una moderna modalidad de hacer alusión al deterioro económico y político del que ha sido objeto  a manos de políticos y partidos corruptos que han conformado gobiernos despóticos, a veces difíciles de combatir con la promulgación de leyes sacadas adelante por legislativos acostumbrados a utilizar la técnica del rodillo de las mayorías absolutas, unas veces en manos del PP y otras del PSOE, y que han servido de amparo para que los ladrones de cuello blanco a ellos vinculados, por formar parte de los mismos, hayan podido cometer sus fechorías, mientras que a los pobres desgraciados  que delinquen por necesidad, se les juzga y condena dejando caer sobre ellos todo el peso de la Ley.
Status quo como el descrito, no dejan otra alternativa a los ciudadanos comprometidos por un cambio real y efectivo en la forma de hacer política, que la DENUNCIA SOCIAL como la que esta llevando a cabo  ANONYMOUS contra el fraude electoral del PARTIDO POPULAR en las últimas elecciones del 26J, que de ser cierto, podría dar al traste con la investidura de Rajoy, y su condena perpetua al destierro político si logran quitarle la máscara de hipocresía que utilizan frente a determinados ciudadanos que han estado encantados de votar corrupción.
Aquí os dejamos  el video denuncia para que cada uno saque sus propias conclusiones y obtener la fuerza suficiente para hacer frente a estos malandrines, ladrones, meapilas, soplagaitas y neofascistas que se mueven como gusanos por esas instituciones que han hecho suyas al estilo de los caciques de la España en blanco y negro; algo así como: “aquí yo soy el que mando y hago lo que me da gana”, dentro de un sistema que difícilmente pueden ser adjetivado como democrático, en tanto en cuanto no se haga una limpieza a fondo con plaguicidas de ultima generación cuyo principio activo sea devolver el poder al pueblo en el sentido más amplio de la palabra.

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