El extraterrestre de Próxima Centauri: La curiosa historia de Elizabeth Klarer

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Elizabeth Klarer escribió un libro no muy conocido. En él narró su relación con un extraterrestre que decía provenir de un planeta rocoso en el sistema Próxima Centauri.
1Casual o no, hace unos días se conocía la historia del descubrimiento de un planeta que no solo podría sustentar vida, sino que además se ubica en Próxima Centaury, un sistema “vecino” al que compartimos (usted y yo al menos, ya veremos que pasa en Europa, Encelado y Titán).
Mientras tanto, es interesante encontrarse con la historia de Klarer (1910-1994) quien fue autora de una autobiografía que dio bastante que hablar en el mundo ufológico. En esta relata sus experiencias con un supuesto extraterrestre al que llamaba Akon con el que habría, además engendrado un hijo. Según este personaje, los humanos y su propia especie (en rigor humanos también) provenimos del pasado remoto y habitable del planeta Venus.
La civilización original habría migrado ante el cambio de las condiciones planetarias (que incluyen unas muy desagradables lluvias de ácido sulfúrico más allá de la temperatura imposible). Parte hacia Tierra y Marte y parte hacia “Meton”, un planeta como el nuestro con la diferencia de que no existen continentes sino una enorme cantidad de islas repartidas en sus vastos océanos.
4Pero la historia comienza con dos niños viendo un disco volador. Elizabeth y su hermano ya habían narrado ver esto en su infancia pero no fue hasta 1956 que se produjo el primer contacto. Klarer, entre tanto, había estudiado meteorología en Cambridge, Inglaterra. Se casó y tuvo tres hijos y (siempre según sus afirmaciones) investigó el fenómeno OVNI para el gobierno de Sudáfrica en los convulsos años de la Segunda Guerra Mundial.
Ese primer contacto se produjo en una colina cercana a la casa de su familia, donde había acudido tras la muerte de su hermano. Resumiendo los hechos, divisó un objeto descendiendo, por lo que decidió acercarse, momento en el que conoce a Akon, su futuro amante cósmico. Allí supo sobre la historia de Venus y cómo sus habitantes originales habían decidido “sembrar vida” en varios puntos cercanos de la galaxia, también que “Meton” significaba para sus nativos más una “firma energética” que un nombre propiamente dicho.
2Klarer narra en su autobiografía: “Por encima de las nubes, dos naves espaciales se cernían en el cielo claro. La nave de Akon bajó un poco y supe que habíamos encontrado el uno al otro. Esto me llevó a una estrecha comunicación en un vínculo de afinidad y amor con Akon, quien me avisó de su presencia física y transmitió mucha información acerca de su modo de vida, de dónde venía y la gran civilización de su pueblo. Cuando llegó el momento, salí a las montañas para encontrarlo, lejos de las ciudades y la contaminación de la gente de la Tierra, distante de la bella y misteriosa Drakensberg donde nací en el año del cometa Halley. (…) Fue en este momento que llegó la nave espacial, y percibí su proximidad como grandes nubes navegando con el viento del este a través del cielo, tajante contra el azul, usaban las nubes como camuflaje. (…) Vi un destello de luz en el cielo y luego otro cerca del contorno de una nube. La gran nave espacial apareció entonces, flotando por debajo. Se movió rápidamente hacia la cima de la colina, deslizándose con gracia y sin hacer ruido por el aire para flotar de nuevo, a unos cientos de metros por encima y al sur de la colina. Luego se movió lentamente hasta permanecer alrededor de un metro del suelo.

7Un zumbido punzante llenó el aire e hizo que mis tímpanos se sintieran a punto de estallar causa del desplazamiento repentino de aire. Su casco circular era -por lo menos- de 18 metros de diámetro, con una cúpula redondeada en el centro y tres grandes ojos de buey de cara a mí, a través de los cuales podía ver a un hombre de pie, mirando a mí.
Miré de nuevo hacia él sin pestañear. Se quedó con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándome con algo irresistible e hipnótico en sus ojos que parecía influir y controlarme, incluso a esa distancia. En shock, me di cuenta que me había olvidado por completo mi formación y capacidad de observación y fue con gran fuerza de voluntad que quité la mirada de sus ojos. Estudié su cara, la más maravillosa que había visto. Nunca me sentí en tal estado de afinidad y amor”.
UN VENUS HABITABLE
No es una teoría muy conocida, pero se supone que Venus pudo ser habitable hace muchísimo tiempo, tanto como 700 millones de años atrás. La NASA de hecho plantea: “Un equipo de investigadores de la NASA, la Universidad de Uppsala, Universidad de Columbia y el Instituto de Ciencia Planetaria ha creado una serie de simulaciones de condiciones de Venus en miles de millones de años utilizando modelos climáticos de la Tierra y ha encontrado algunos puntos que sugieren que el planeta puede haber sido capaz de albergar vida. El equipo encontró que una simulación resultó en un planeta con temperaturas lo suficientemente bajas como para apoyar la vida con agua y nubes, incluso ocasionales nevadas, lo que persistió hasta hace 715 millones de años, momento en que la vida ya estaba presente en la Tierra”.
Al respecto Elizabeth “falla” al decir que esto habría sucedido hace 65 millones de años en el pasado, pero no dejan de ser interesantes todas las correlaciones entre las teorías y hallazgos y el libro de una señora que, debemos decirlo, pasó sin pena ni gloria entre muchos otros editados en su época.
3Al respecto, la autobiografía refiere: “Akon dijo: “La cuna de la humanidad, Venus, quedó privado de la vida después del ciclo de expansión solar del Pleistoceno. Sus vastos mares cálidos que nutrían nuestro comienzo se secaron. Pero su gloria todavía permanece como una realidad en el espectro electromagnético, perfeccionado por su progenie, que se vio obligada a moverse de su superficie protectora hacia los confines del espacio para propagar la especie en la superficie de un planeta alienígena llamado Tierra, donde nos adaptamos a un tiempo diferente, a la velocidad en un planeta más joven”.
Pero esto no es todo, Akon también incursionó en la luz como la clave fundamental del universo:
“Las fuerzas de la mente, la fuerza espiritual , el alma y los pensamientos están hechos de diferentes velocidades en la longitud de onda de la luz , o partículas subatómicas. La electricidad es partículas de luz mientras que el sonido y el color son perceptibles cuando estas partículas toman diferentes velocidades , y cuando son detenidos generan calor . La luz es un tipo de energía inteligente en la que se puede pensar como la existencia y la sustancia . A su vez, el patrón de las partículas subatómicas de luz cambia con el cambio de pensamientos, sobre todo cuando uno alcanza la fórmula de la vibración armónica de la luz. La clave de toda la vida y el Universo se encuentra en la interacción armónica de la luz. La fórmula matemática para todo tipo de transporte se encuentra en las frecuencias vibratorias de la luz armónica, con olas de anti-gravedad y ondas de tiempo, que son simplemente el índice de frecuencia entre cada pulso de la espiral de luz .
LAS FOTOS DE KLARER
5Discutidas, escrutadas, descartadas y aprobadas, las fotos de Klarer de uno de los objetos voladores de Akon dieron y siguen dando qué hablar. Muchos se preguntaron (con razón) porqué no había sacado fotografías dentro de una nave pero la respuesta quedó en el limbo del tiempo y los entredichos. Queda el material, que vemos en éste artículo.

COINCIDENCIAS PARA UNA HISTORIA CURIOSA
6La vida de Elizabeth Klarer tiene varios puntos de interés. Según dicen, en 1983 presentó un trabajo sobre los “secretos de la luz” a la Cámara de Lores de Inglaterra y hay quienes aseguran que dicho escrito llegó a las Naciones Unidas. Sin embargo, lo destacable es que esta historia, una entre miles relacionadas a “amoríos interestelares”, viene a recobrar vigencia gracias al descubrimiento de un planeta posiblemente habitable en el mismo sistema del que Akon decía haber llegado.
Si se preguntan que sucedió con el niño, Klarer narra que fue perseguida durante su embarazo por varios servicios de inteligencia, por lo que Akon decidió llevarle a Metón durante cuatro meses en los que ella dio a luz y alcanzó a conocer a su hijo espacial, Ayling. “Debido a que las vibraciones del campo magnético son diferentes en Metón, su corazón fue incapaz de adaptarse a las nuevas presiones, y se vio obligada a regresar a la Tierra”. Sin embargo, el supuesto contacto se mantendría hasta su muerte en 1994, por medio de imágenes holográficas.
Se pueda pensar en la posibilidad de que sea cierto, o no, Klarer mantuvo su historia hasta el último de sus días; mucho antes de que la astronomía confirmase la existencia de una roca cercana que luce apeteciblemente habitable.

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