Los niños que crecen con mascotas desarrollan mayor responsabilidad y sensibilidad.

ojodeltiempo.com
por Pablo Klte
La compañía tanto de canes como de gatos colabora en la formación de la personalidad. Sepa por qué motivos es bueno tener mascotas en casa.
La llegada de un animal doméstico a la vida de una familia, como todo nuevo vínculo, marca el inicio de un ciclo. Más allá de la alegría y la compañía que trae el nuevo miembro a la casa también con él llegan las responsabilidades.
Claro está que los primeros en hacerse cargo y poner las reglas para el recién llegado serán los padres pero también serán ellos quienes enseñen a sus hijos las tareas a desarrollar con el flamante integrante. Una de las primeras tareas debería ser la de respetarlos como seres sintientes y hacerles entender que, aunque pequeños y peludos, no son juguetes de peluche.
Con esta nueva relación el niño no sólo aprenderá a respetar al otro sino que hasta podrá aprender a ponerse en su lugar (empatía). Y serán éstos los principales logros que generará el animal en la vida del chico: “Que los niños crezcan con mascotas ayuda y fomenta que en su vida adulta sean personas más sensibles porque desarrollan la inteligencia emocional”, destacó Silvia Naya, psicóloga especialista en niños de Espacio Olazábal.
Mucho más notorio es el caso de los niños autistas que son ayudados por perros mediante la Zooterapia, donde “se trabaja mucho con perros con los chicos que tienen problemas en el contacto con el otro”. Con los canes se produce una relación similar a ese encuentro”porque ayudan al contacto con el otro. El niño atiende sus necesidades. Esa relación hace muy positivo el posterior vínculo con otras personas. También se genera una tríada entre los chicos, sus padres y las mascotas. Son los padres quienes deben coordinar eso”, destacó Naya.
La misma terapeuta recomendó que los perros lleguen a la vida de los niños cuando sean un poco más grandecitos: “Recomiendo que los animales lleguen al hogar cuando el niño tenga más de 4 años porque es cuando empiezan a interactuar”. Pero si él can ya está en casa cuando la pareja queda embarazada, entonces habrá que enseñarle a tratar a ese pequeño miembro de la familia.
“Cuando la mascota ya está en la vida de la pareja son los futuros padres quienes deben integrarlos a ambos. Cuando el bebé nazca el perro empezará a olerlo y a reconocerlo mediante ese olor, entonces el niño será miembro de su manada”.
Es allí cuando se inicia el compañerismo entre ambos: “El perro le tiene paciencia al niño y se convierte en `su ángel de la guarda´. Luego será el chico quien esté con él. Se hará cargo de alimentarlo, de sacarlo a caminar, lo cuidará”.
Esta relación fomenta el vínculo con las otras personas y el respeto hacia el otro: “Los chicos que tienen en su familia mascotas son personas más sensibles y con mayor cantidad de habilidades sociales. Eso lo maman en la casa por eso los responsables de esa relación son los padres”.
Si bien, los niños pequeños no comprenden qué implica causar daño o dolor en el otro, en los primeros contactos con los animales de la familia -gatos y perros pequeños sobre todo- pueden llegar a lastimarlos si no están sus padres atentos a los juegos que realizan. Siempre es bueno recordar que los perros tienen dientes y los gatos uñas y que ellos tampoco comprenden que una reacción en defensa propia pueda llegar a causar un daño irreparable.
Argentina es el país de la región con mayor cantidad de animales convivientes en hogares donde tanto perros como gatos son considerados “miembros” e “hijos” de la familia, de ellos, el can es el preferido, según lo indica la última Encuesta de Mascotas que realizó Millward Brown Argentina en agosto de 2011.
Estos datos muestran que el 78% de los argentinos tiene un animalito en casa, de los cuales el 63% son perros y el 26% gatos. Todos ellos son considerados miembros de la familia y ocupan a veces un lugar de privilegio en la vida de quienes no dejan de consentirlos.
En la Ciudad de Buenos Aires “el 70% de los porteños que tienen mascotas, las consideran parte de la familia. Son los padres quienes van a inculcar a sus hijos ese sentir y es muy sano hacerlo para que no haya abandono y que alienten el cuidado y la tenencia responsable. Marcando limites de no humanizarlo pero si respetarlo”, aconsejó Naya.
Aunque aún haya personas que no puedan creer que esto pase –porque no ven a los animales como sujetos con sentimientos- hoy se reconoce que con ellos también pueden establecerse vínculos de afecto y amor incondicional.
Por ello hay cada vez más personas que sienten –o asumen tener- un gran vínculo con esos amigos de cuatro patas. Al respecto la licenciada Ofelia Selgueiro (MN3700), integrante del equipo profesional del Instituto de Psicología argentino (Inepa) aseguró que “cada vez más los animales cobran un rol importante en la vida de las personas. Esto se da porque son una gran fuente de afecto y alegría”.
Ese vínculo impacta en los seres humanos “de una manera muy positiva”, dijo la psicóloga y agregó: “Los animales al igual que los seres humanos tienen emociones autenticas – alegría, afecto, miedo, rabia, y tristeza-. En esto nos sentimos identificados, muchas veces escuché decir a mi perro solamente le falta hablar”, sostuvo Selgueiro.
¿Se púede sentir amor por un animal?
Algunas personas consideran que sólo pueden amar a su pareja y entienden al amor en ese contexto y con esos límites, pero otras, van un poco más allá: aman a sus amigos, hermanos o hijos de la raza animal y son capaces de hacer todo por ellos.
Claro que si puede sentirse amor por esos seres tan especiales y dotados de una bondad extrema. ¿Acaso cuando se reta a un perro no acude él a un simple llamado dejando de lado todo tipo de rencor? ¿Acaso no son ellos quienes esperan nuestra llegada a casa y se alegran con total exageración cada vez que escuchan simplemente el movimiento de la llave?
Pero”no solo una persona puede sentir amor por una mascota sino que también el animal lo siente por la persona. Existen muchos casos donde al fallecer la persona al poco tiempo fallece el perro” -comentó Selgueiro y acotó- “Manteniendo una relación sana con otra especie se puede llegar a sentir amor, sin caer en ningún tipo de obsesión, la cual no está determinada por el objeto de amor sino por el tipo de vínculo que uno establece con ese objeto, en este caso los animales”.
Tanto un adulto como un niño pueden establecer un vínculo de amor con su perro o gato pero quienes lo hacen con total simpleza son los niños. Selgueiro contó a este medio que sus pequeños pacientes suelen incluir a sus amigos peludos en los dibujitos que hacen de su familia “e incluso le han dado un lugar muy protagónico dentro de la familia”.
“En los adultos esta expresión tiende a desaparecer pero yo no encuentro nada raro si lo incluyen aunque teniendo en cuenta que el `como si fuera´ miembro de mi familia es muy diferente a decir `mi perro es mi familia´”.
Solo quien lo vivió sabe de qué se trata convivir con un animal y cuán mayor es el sentimiento que se recibe de ellos, sobre todo si fueron rescatado de la calle para ofrecerle una mejor vida, sea cual fuere la edad, y esté como esté su cuerpo.
¿Qué mejor que enseñarles a los niños el “método” para tener esa felicidad garantizada? Siempre de manera responsable, con los cuidados necesarios, explicándoles que deben ser llevados a sus médicos veterinarios, que no son juguetes y que deben ser respetados como seres sintientes. Los menores de la familia que aprenden a respetar a un animal sin dudas, se convertirán en adultos más sensibles con el resto de las personas.

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