3 rasgos de las personas emocionalmente inteligentes

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Edith Sánchez
Actualmente sabemos que las personas pueden ser emocionalmente inteligentes. Existen muchos tipos de inteligencia: lingüística, musical, lógico-matemática, espacial, corporal, etc. Aún así, tenemos la tendencia a creer que solo cuenta la que giran alrededor del “Cociente Intelectual”, el cual solo mide la capacidad de aprendizaje en unas áreas específicas. Por fortuna, esto está siendo reconsiderado y hoy en día, otros tipos de inteligencia, como la emocional, están ganando terreno.
La inteligencia emocional se define como la capacidad para administrar y tramitar nuestras emociones con una finalidad adaptativa. Es decir que lo fundamental en este tipo de inteligencia consiste en saber gestionar, identificar o trasmitir emociones de manera que retos, como tomar decisiones o manejarnos a nivel social, sean más sencillos.
La inteligencia emocional no está determinada por nuestra genética. Por el contrario, es sensible a la experiencia y es susceptible de modificaciones con el paso del tiempo. Esto quiere decir que podemos aprender a ser más inteligentes emocionalmente como una estupenda forma de mejorar nuestras vidas. Aunque las características de la inteligencia emocional son muchas, aquí nos centraremos en tres que consideramos las más relevantes.

La inteligencia emocional está asociada con el autoconocimiento

El autoconocimiento es la identificación de los deseos, las aversiones y de aquello que compone nuestro mundo subjetivo. Es uno de los rasgos propios de las personas emocionalmente inteligentes y saludables mentalmente. Esto es así porque este conocimiento interior les aporta una gran ventaja a la hora de, por ejemplo, predecir su propio comportamiento frente a determinadas situaciones.
personas emocionalmente inteligentes
Esta característica implica un proceso profundo de reflexión acerca de nuestras potencialidades y nuestras limitaciones. Por lo general, involucra diferentes ingredientes, tales como la introspección, la autoobservación, la autoestima, la memoria autobiográfica, la autopercepción, la auto aceptación y la exploración. Esta habilidad nos otorga el conocimiento necesario para diferenciarnos de los demás individuos y del medio.
Una persona actúa emocionalmente de manera inteligente cuando es capaz de reconocer sus fortalezas y debilidades. Esta condición le permite comportarse de una forma asertiva en las diferentes situaciones. Adicionalmente podemos decir que es un atributo que se perfecciona con el paso del tiempo.
Estudios recientes demuestran que no es cierto que todas las capacidades mentales evolucionen igual con el paso de los años. Lo que sí es verdad es que se produce una bajada en la rapidez de procesamiento de información. Pero, en compensación, otras funciones se potencian y evolucionan con el paso de los años. Este es el caso de la inteligencia emocional: se ralentiza con el paso del tiempo, pero al mismo tiempo se hace más profunda y aguda.

La apertura al cambio, otro rasgo relevante

La inteligencia emocional estimula la capacidad de afrontar con la mente abierta todo aquello que signifique una mejora para nuestra vida, en la dirección que deseamos. Todo está en una permanente transformación. La vida es como un catálogo de oportunidades.
Por eso es importante identificar nuestras necesidades, asumirlas y enriquecernos con la experiencia. Una persona emocionalmente inteligente sabe que cambiar por cambiar tiene poco sentido. En lugar de ello, cuando hay razones de peso para cambiar lo hace, porque esto marca la diferencia entre estar igual y estar mejor.
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Las personas emocionalmente inteligentes no sienten temor al cambio. Tienen clara la importancia de ser flexibles frente a la diversidad de situaciones que se presentan en el día a día y a las cuales deben adaptarse. Asimilan los cambios y los ven como una oportunidad para lograr objetivos y ser más felices.
Un nivel alto de inteligencia emocional en este aspecto, nos permite un mejor desempeño en el campo laboral, personal y social. Nos hace más fuertes frente a las críticas negativas y también más capaces de tolerar eficazmente altas dosis de estrés. Cuando logramos dominar este aspecto, evolucionamos significativamente.

Vocabulario emocionalmente amplio

La ventaja de esta facultad es que, quienes la desarrollan cuentan con la capacidad para definir con claridad y precisión sus emociones. Esto evita que nos sumerjamos en estados de confusión y estancamiento que anularían nuestro criterio y lastrarían nuestra manera de desenvolvernos. Muchos conflictos surgen por falta de precisión a la hora de definir nuestros sentimientos, algo que propicia malos entendidos.
Muchas personas definen su estado emocional con un “me siento mal”, lo cual resulta muy ambiguo. ¿Qué clase de malestar es ese? Quienes aplican la inteligencia emocional especifican la razón de su malestar, incluso con un sinnúmero de sinónimos: me siento molesto, ansioso, frustrado, irritado, cansado, etc.
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Las personas emocionalmente inteligentes no ocultan sus emociones, reconocen las propias y tienen la capacidad de comprender las de otros. Diferencian el significado de cada emoción y el contexto en el que se produce. Son capaces de controlar la magnitud de sus emociones y las expresan de manera acertada: no son esclavos de sus emociones. Al revés, utilizan a su favor la energía que hay en ellas.
Imágenes cortesía de Vladimir Kush

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