La energía de buscarse a uno mismo | David Topí
davidtopi.com
Ya
sabemos todos que cuando estamos en desacuerdo con alguna cosa y
queremos tener la razón al respecto, es porque tenemos claro que los
demás están equivocados, y nosotros somos los que vemos con claridad
radiante el verdadero estado de las cosas. También se oye de forma
habitual que lo que hacemos normalmente es hablar de terceros, y de lo
que hacen y dejan de hacer, con el consiguiente desgaste y pérdida
energética, y reforzando una vez más, sin darnos cuenta, el poner la
atención donde no debe ser puesta.
¿Cómo es esto
de echar balones fuera y ver siempre la paja en el ojo ajeno? De nuevo,
es otra de las funciones automáticas imbuidas en el ser humano para
evitar que, realmente, pueda descubrir sus propios bloqueos, carencias y
puntos débiles, y trabajar en ellos cuando funcionamos en modo autómata
y nos dejamos llevar por los programas de gestión de la personalidad
que poseemos.
La energía de la búsqueda de sí mismo
Algunos
posiblemente sabréis que una parte de la evolución de la raza humana se
sustenta en una octava (proceso energético) cuyo combustible es la
energía de la “búsqueda de uno mismo”, esto quiere decir que
parte del camino qué, como especie estamos andando, y por el escenario
evolutivo por el que transitamos, la octava que marca el curso del
sendero que hemos de recorrer tiene como gasolina la energía del “buscar
realmente quienes somos”. Cuando las personas se buscan a ellas mismas,
para conocer su origen, su naturaleza, su “porqué de estar aquí”,
generan una energía internamente con una vibración y calidad determinada
que proporciona una cierta cantidad de combustible para su propio
avance, y el avance de todos.
Si todos
estuviéramos involucrados la mayor parte de nuestro tiempo en esos
procesos de búsqueda y conocimiento interior, el combustible generado
para la octava sería mucho mayor y potente, y los acontecimientos que se
van manifestando, cuando las diferentes notas de la octava van siendo
alcanzadas tendrían, posiblemente, otras velocidades y ritmos y serían
más difíciles de parar o manipular. Digo posiblemente, pues hay en juego
octavas sobre octavas, procesos sobre procesos, y energías que dependen
de otras energías de la estructura multidimensional de la realidad,
para que todo esto funcione de forma armónica para ese crecimiento en
consciencia de todos nosotros, y del conjunto de la vida en el planeta.
Mirar hacia fuera, para ocultar lo de dentro
Así
pues, para evitar que las personas en general se miren hacia si mismas
para encontrar a los responsables de las situaciones que no nos gustan
en la realidad que co-creamos entre todos, el mecanismo creado e imbuido
en el sistema mental del ser humano durante la modificación o
alteración genética del vehículo que usamos, se encarga de poner el
punto de atención y el foco del “porqué pasa esto” siempre en
el exterior de uno mismo, ya no a escala planetaria, que también, sino
simplemente en la realidad cercana del día a día de cada uno de
nosotros.
Si alguien ha leído algo sobre la
técnica hawaiana conocida como el Ho’oponopono, sabréis que, justamente,
se basa en que cualquier cosa que pasa ahí fuera, por muy remota que
parezca, tiene una base en mí, que debo sanar en mí y hacerme cargo de
ella para que pueda ser solucionada externamente. Es algo que cuesta
entender que yo tenga algo que ver con cosas que, a priori, me parecen
desconectadas de mis procesos, pero no es así, no hay nada desconectado
de nada, y no hay nada que no sea responsable y causa, en su justa
medida, de todo lo demás, pero, habiendo instalado en nosotros estos
programas de “mirar hacia fuera siempre” para encontrar el
porqué de las cosas, no podemos darnos cuenta de ello, de nuevo, en la
manera general que una mayoría de la población humana tiene aun de
gestionar su realidad.
Siempre se intenta esconder
que el verdadero potencial y todo lo que necesitamos para nuestra
existencia está en el interior de uno mismo, pero lo interesante es que
no pasa nada si a lo largo de toda una vida no lo hacemos, es decir, que
por mucho que esta sea una frase repetida hasta la saciedad, no pasa
nada en términos de poder tener la experiencia terrenal con sus altos y
bajos si no nos damos cuenta que es una verdad factual, y que
precisamente lo que se intenta hacer es que no la descubramos. Al no
tener repercusiones “directas” y manifestadas inmediatamente, podemos
pasarnos toda la vida sin comprender que esa vida la podríamos haber
gestionado de otra forma de haber mirado “hacia adentro”, todo lo que
intentábamos comprender “ahí fuera”.
Un motor inconsciente para nuestra existencia
Por
otro lado, ¿qué ocurre cuando lo descubres? Sucede que cae uno de esos
velos que nos impiden comprender un poco mejor este escenario y todo lo
que se mueve entre bambalinas, y pasa que entonces ya no puedes achacar a
algo externo nada de lo que uno vive, pues lo externo que aparece en
nosotros, como ya hemos comentado alguna vez, siempre es detonado por procesos en nuestro interior,
y solo se deja a agentes y fuerzas “ajenas” que nos lo traigan a
nuestra realidad. Cuando lidiamos con los agentes, fuerzas, entes,
situaciones, personas, eventos y problemas, solo lidiamos con aquello
que trae el “mensaje en su manifestación terrenal”, y no solemos ir más
allá para ver quien fue el “mensajero y fuente original del mismo” (que siempre somos nosotros, desde uno o varios niveles de nuestra estructura, pero raramente desde la parte de la mente consciente).
La
energía de buscarse a sí mismo es una energía muy potente que permite,
como un motor incombustible, que lleguemos a saber lo que somos. En
algunos casos, para alguna encarnación en concreto, se deja alguna
semilla que mantenga de forma activa esa inquietud. Muchas personas
sienten la necesidad imperiosa en algunos momentos de sus vidas de
encontrar y conocer lo que son, y el porqué de sus vidas, ya que hemos
sido creados con esa necesidad para que fuera un motor inconsciente a la
hora de poner en marcha nuestro propósito y misión. Todo el mundo
necesita una fuerza que, desde su inconsciente, guie lo que hace. En mi
caso, por ejemplo, es una necesidad extrema de volver a ser lo que soy
originariamente, cuando no soy este que ahora escribe, desprendiéndome
de los envoltorios que me limitan, y lo que me ha movido hacia la
sanación y la metafísica, aprendiendo para comprender como funciona el
ser humano y su realidad hasta los límites más insospechados y remotos a
los que pueda llegar en mi vida.
Conocer el motor
que guía vuestros procesos evolutivos desde la parte más recóndita del
inconsciente humano os permite conocer porqué hacéis las cosas que
hacéis y las inquietudes “espirituales” y evolutivas que tenéis, ya que
todo está literalmente codificado en los diferentes niveles de vuestra
psique, imbuido ahí por vuestra alma y vuestro Yo Superior, a la espera
de ser destapado, comprendido y puesto en servicio hacia vosotros, y
hacia los demás, de forma consciente y natural.
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