Los mundos de los Hopi

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Los hopi dividen el proceso de desarrollo humano en cuatro períodos, cada uno con su propio nombre: Tokpela (primer mundo, poblado por un hombre de origen animal); Tokpa (segundo mundo donde el hombre aprendió a construir objetos, herramientas, casas y aldeas); Kuskurza (tercer mundo) y, finalmente, Túwacachi (cuarto mundo, el actual). Cada uno de estos períodos se ha caracterizado por la aparición y posterior desaparición de una cultura humana específica
Según la cuentan los sacerdotes hopi, la historia de la aniquilación de cada civilización posee gran interés. Para resumirla, nos referiremos a la transición del segundo mundo (Tokpa) al tercero (Kuskurza) y luego del tercero al cuarto (Túwacachi) con un fragmento de su narración mitológica, extraída de El Libro de los hopi.
Empezaremos con el final del segundo mundo. El pueblo construyó casas, aldeas y vías de comunicación. Elaboró objetos con las manos y comenzó a acumularlos y comercializarlos. Entonces empezaron los problemas.
Los hombres querían siempre más y más, y cuanto más tenían más querían. Dejaron de rezar al Creador y las guerras entre los pueblos se hicieron cada vez más frecuentes. Todavía la gente en los pueblos alababa al Creador. Hasta que se les apareció la deidad Sotuknang y les dijo: «Os ordeno que destruyáis cuanto antes este mundo corrupto que habéis creado y pongáis las canciones del corazón en un lugar seguro».
De este modo, Sotuknang ordenó a los habitantes de las hormigas que abrieran las puertas de sus viviendas subterráneas para los elegidos. Cuando estuvieron seguros y a salvo bajo tierra, Sotuknang ordenó a los gemelos Poqanghoya y Palonghawoya que abandonaran su tierra al norte y al sur del eje del mundo, donde se habían asentado. El mundo giró sin control dos veces sobre su eje.
Las montañas se derrumbaron en el mar y los mares inundaron la tierra, y el mundo se sumergió en una inhóspita era de frío y hielo. Aquel fue el final del segundo mundo.
El tercer mundo, Kuskurza, emergió cuando los hombres regresaron a la superficie después de que se completara la purificación. Se multiplicaron a tanta velocidad que no tardaron en crear grandes núcleos y toda una civilización. Pero terminaron por olvidarse del plan divino y de alabar a Taiowa, el Gran Espíritu. Solo los más sabios, desde la cima de las colinas, elevaron sus oraciones al Creador con mayor fuerza. Pero no les escucharon. Algunos construyeron una Pátuwvota (una especie de escudo) y con su poder inventivo consiguieron que volara en el aire. La gente pudo así volar de ciudad a otra. Luego aprendieron a construir muchas más Pátuwvotas, de modo que una ciudad podía atacar fácilmente a otra. Así la corrupción y la guerra propiciaron la venida del tercer mundo (al igual que en el Mahabarata). Entonces, Sotuknang se dirigió a la Mujer Araña y le dijo: «Hay que hacer algo para salvar a la gente con sabiduría en el corazón antes de que sea aniquilada. Voy a ayudarles. Se salvarán cuando este mundo sea destruido por el agua». Los sabios fueron llevados a unos barcos abastecidos con agua y provisiones, que les proporcionó la Mujer Araña. Entonces Sotuknang hizo que las aguas inundaran la tierra.
Los continentes se separaron y hundieron en el mar mientras la lluvia caía incesantemente. Los supervivientes, hombres sabios todos ellos, prosiguieron navegando hasta que la Mujer Araña les dio una tierra lo bastante grande para sobrevivir. A su alrededor solo había agua. Ella abrió los barcos y luego apareció Sotuknang diciendo: «Os he protegido hasta vuestro nuevo lugar. En la profundidad de los mares se encuentran ahora las piedras de la ciudad del orgullo, las pátuwvotas voladoras, todos los tesoros del mundo corrompidos por el mal y las gentes que no tuvieron tiempo para alabar a su Creador. Pero llegará el día en que las piedras bajo el mar resurjan nuevamente para mostrar la verdad de la que sois mensajeros».

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