Esta es la forma más sencilla de saber si una persona tiene un nivel espiritual alto

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Una forma de evitar confusión al momento de evaluar el logro espiritual de un maestro o de un amigo.
En las tradiciones espirituales de la India, de donde en gran medida hemos exportado la noción de maestro espiritual, los logros espirituales y las diferentes etapas de una práctica suelen ir acompañados de ciertas marcas y siddhis (poderes o logros). Así por ejemplo en el budismo mayahana, un Buda, que puede manifestarse en innumerables emanaciones, puede ser reconocido por 32 marcas extraordinarias o, por otro lado, cuando una persona logra cultivar el samadhi en la meditación y alcanza las dhyanas (etapas de absorción meditativa) empieza a desarrollar ciertos poderes psíquicos, como recordar sus vidas previas, clarividencia y demás. El Buda Siddartha Gautama, por ejemplo, antes de iluminarse habría recordado todas su vidas previas y abierto el ojo divino con el cual pudo también experimentar todas las vidas de seres sensibles y descubrir la originación dependiente.
El problema con esto es que estas señales suelen ser sumamente sutiles, propias de un lenguaje especializado, a veces simbólico, de una tradición compartida y de toda una serie de nociones que piden que la persona que hace el reconocimiento  tenga, a su vez, ciertos logros en su propia práctica o en su estudio de tradiciones específicas. En otras palabras, poco ayudan a la persona común en la vida cotidiana. Se dice que los budas ven budas en todos lados y los seres sensibles ven seres sensibles. Es muy difícil que una persona sin mucho camino andado o una sensibilidad especial pueda realmente juzgar los logros espirituales de una persona. Uno percibe un mundo en gran medida coloreado por sus propios hábitos, tendencias y prejuicios... pero a veces es justo de estos hábitos, tendencias y prejuicios de lo que queremos escapar y es por esto que buscamos algo o alguien que nos permita salirnos de este circuito cerrado de reforzamiento de nuestros propios apegos mentales. La espiritualidad en gran medida depende de encontrar un maestro calificado, y para ello es importante poder evaluar a una persona con la cual queremos asociarnos.
Dicho eso, para un camino espiritual pero también para una amistad o una relación de pareja, hay una forma más sencilla de evaluar el logro espiritual de una persona, la cual no requiere de ninguna evaluación dentro de una tradición específica o de algún poder perceptivo extraordinario. Esto es simplemente notar qué tanto una persona dedica su actividad y pensamiento al beneficio de los demás.
Todas las tradiciones espirituales enseñan que la verdadera espiritualidad es la compasión o el amor al prójimo y la trascendencia de la importancia personal (o el ego). En el budismo mahayana, por ejemplo, la compasión está directamente relacionada con el desarrollo de la mente búdica o de la mente del despertar (bodhicitta). Ya que el budismo mantiene que el yo no existe de manera independiente, intrínseca y separado de todas las demás cosas, la compasión es un una muestra de sabiduría que se ha asimilado y se ha puesto en práctica. Cosas similares podemos encontrar en otras religiones, por ejemplo en la virtud de la caridad en el cristianismo. Al final de cuentas este proceso de perder importancia personal --lo cual no significa no quererse a sí mismo y abandonarse del todo, sino simplemente no considerarse más importante que los demás y no vivir para satisfacer deseos egoístas-- es lo que permite el estado místico descrito generalmente como la anulación el individuo en la vastedad universal. La identificación con el yo, como límite y única realidad existencial, impide el entendimiento y asimilación de una realidad más grande. Esto es lo que en el hinduismo se conoce como Atman es Brahman, el alma es Dios y que se efectúa en el proceso de neti neti, una desidentificación con todo lo impermanente. En el budismo esto es diferente pero al descubrir la ausencia de existencia inherente del yo, uno entonces se acerca también a descubrir la vacuidad, que es la interdependencia de todos los fenómenos: ser nada es ser todo.
La calidad espiritual de un individuo puede reconocerse en su generosidad, en su dedicarse a los otros y en su capacidad de realmente entender y poder ayudar a los demás -esto último es importante ya que muchas personas utilizan el altruismo como un mecanismo de defensa para evitar sus propios problemas, la profundidad de la sombra de su psique y así, entonces ayudan sólo de manera egoísta. La verdadera compasión es espontánea, no es taimada y repasada en demasía. Esta espontaneidad, esta ausencia de un motivo ulterior, es justamente lo que posibilita su eficacia. La persona verdaderamente compasiva es capaz de poner atención a los demás y por lo tanto recibir la comunicación de qué es lo que necesitan. Esta capacidad de poner atención es otra muestra de un logro psicoespiritual, demuestra que no se está embrollado y ensimismado en sus propios pensamientos, que no está viendo al mundo siempre a través de su miedo o esperanza, de las proyecciones de su propia mente y quizás pueda ser una señal de que esta persona práctica la atención plena (mindfulness), de que es alerta al cariz del momento. Demuestra así una capacidad de estar en el presente de manera no dividida, que es el único tiempo en donde puede ocurrir esta resonancia compasiva.
En conclusión, si una persona tiene el hábito sincero de dedicarle su tiempo a los demás, si en su ayuda y en el dar de su tiempo muestra un genuino interés por los demás y, además, es capaz de mantener su atención, de hacer sentir a los demás que están siendo escuchado y luego de efectivamente hacer algo al respecto en una situación apremiante, entonces esa persona, por bondad natural o probablemente por una práctica personal y un reconocimiento de las verdades universales, seguramente es una persona que tiene un estado espiritual avanzado.

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