Desvelan la identidad del autor del manuscrito Voynich

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Hasta ahora se había especulado con autores tan diversos como John Dee, el astrónomo inglés consultor de la reina Isabel I, el polígrafo franciscano Roger Bacon, hasta Aleister Crowley... el estudio dice todo lo contrario.
En la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale (EEUU) se conserva uno de los libros más raros del mundo. Es conocido como el manuscrito Voynich  en honor al librero lituano Wilfrid M. Voynich que lo adquirió en 1912. Sus 246 páginas de pergamino fueron escritas en el siglo XV según la datación por Carbono 14. Para su realización se utilizó pluma de ave para el texto y tinta de colores para las ilustraciones.
Lingüistas y criptógrafos se han interesado por él y, a su alrededor, han crecido teorías para todos los gustos: desde quienes lo consideran un tratado de hierbas y un compendio astronómico hasta quienes ven en él un mensaje codificado, de un libro escrito en un lenguaje evolucionado a un engaño creado a propósito con un alfabeto que no significa nada.
La teoría más reciente sobre la identidad de su autor ha llegado de la mano del escritor y editor australiano Stephen Skinner, especializado en la larga línea de literatura mágica que va desde el doctor John Dee, el astrónomo inglés consultor de la reina Isabel I, hasta Aleister Crowley.
Según su teoría, este texto debe haber sido ideado y creado a la fuerza por un judío del norte de Italia.
Skinner basa su hipótesis no en el indescifrable texto, sino en las imágenes que lo acompañan. Y es que este curioso libro que no contiene tachaduras, está escrito con unas 25 letras diferentes y, por las ilustraciones, se podría dividir en seis temas: farmacia, botánica,  biología, astrología, cosmología y texto.
En el prólogo de la edición facsímil, Skinner explica que estas ilustraciones permiten localizar geográfica y culturalmente al autor. O, por lo menos, permite descartar otras posibilidades, como las que establecían que su origen era azteca, árabe, Leonardo da Vinci o hasta una falsificación del siglo XX.
En la que podríamos denominar sección “biológica” es posible ver a varias mujeres desnudas bañándose en unas aguas verdes. “El único lugar donde podías ver a mujeres bañándose juntas en Europa en ese momento –ha excplicado Skinner a 'The Guardian'- era en los baños de purificación que han sido utilizados por los judíos ortodoxos durante los últimos 2.000 años”. Se trata, en definitiva, de un 'mikvah', un baño utilizado en la cultura judía para la inmersión ritual.
Otra circunstancia parece confirmar la naturaleza judía del manuscrito. Radica en que en un momento en el que la cultura occidental era esencialmente cristiana y la Inquisición garantizaba que nadie se salía del canon católico, no hay ni una sola referencia a Jesucristo, ni una simple cruz. Skinner sospecha que el autor podía ser alguno de los alquimistas astrólogos que, aunque perseguidos por la Inquisición, eran demandados como médicos ante la escasez de facultativos.
Skinner está también seguro que no pasó por las manos de John Dee, básicamente, porque a éste le gustaba escribir en los márgenes de los libros que pasaban por sus manos y dejarlos marcados con una particular firma, y el Voynich no presenta ninguna de estas marcas. Skinner añade que lo más probable es que el verdadero autor de esta pieza genial no fuese nadie cuyo nombre ya conozcamos aunque está seguro de que su autor vivió en el norte de Italia por el dibujo de un castillo que muestra las características almenas gibelinas, típicas de castillos que tan solo podían encontrarse en el siglo XV 

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