Los engaños en España para el cambio de hora entre invierno y verano



A finales del año 2009 escribí un pequeño artículo en el que expresaba mis dudas respecto a la honestidad y a la conveniencia social del cambio horario. A estas alturas tengo una nueva serie de datos que dan pie a hacer conclusiones más precisas y a imaginar nuevas suposiciones sobre la realidad de la situación.
Independientemente del cambio de hora hay que empezar señalando que el horario de España no es el que le corresponde por su posición geográfica. Portugal, que se encuentra en nuestra misma franja geográfica, se ajusta más a la realidad ya que su huso tiene una hora menos que el español. Además, en cuanto a la división horaria, hay que tener en cuenta que Portugal se encuentra en una zona casi idéntica a la de Galicia, con lo que no resultan tan descabelladas las reivindicaciones del nacionalismo gallego para que Galicia ajuste su hora a la misma que tiene Portugal, las Islas Canarias o el Reino Unido. El motivo de que España se encuentre desajustada respecto a la hora que le corresponde geográficamente se debe a una medida del régimen de Franco bajo la que proclamó la orden de adelantar la hora en sesenta minutos con el único motivo de asemejarla al mismo horario de los dos grandes regímenes fascistas del momento, la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Mussolini. De esta manera se perdió el huso que le corresponde geográficamente al pasar el meridiano de Greenwich por la península (GMT+0) para adquirir el de nuestros “aventajados vecinos” alemanes e italianos (GMT+1). Esta medida quedó publicada en el BOE del 8 de Marzo de 1940 y es la misma que se sigue manteniendo en la actualidad.
Ya tenemos un país con una hora que no le corresponde, así que forzosamente el estándar de los cambios horarios (adelantar una hora para el horario de verano y retrasar otra para el de invierno) tampoco pueden tener la viabilidad que se le supone.
El motivo fundamental que se aduce por parte de los gobiernos para mantener el cambio horario es el ahorro energético. Curiosamente en las mediciones de energía no aparece ningún cambio destacable, siendo en ambos casos el consumo prácticamente idéntico. Así pues los famosos 11.000 millones de pesetas (luego 66 millones de euros) que se han aducido año tras año por los medios de comunicación como recompensa del sacrificio de cambiar la hora no son tales.BOE de 1940
Teniendo en cuenta que los sucesivos gobiernos disponen de datos suficientes y de que son conscientes de que el horario no es el acorde a la posición geográfica hay que empezar a hacer suposiciones del porqué de esta situación. Combinando mis antiguas sospechas sobre la circunstancia de que es absurdo un horario que obligue a la llegada de la noche antes de la diecinueve horas cuando la mayor parte de la población está despierta por la tarde, las menciones sobre las circunstancias laborables del hilo de comentarios del anterior artículo y lo llamativo de que el gasto energético sea en realidad similar, he llegado a la conclusión de que la diferencia no es cuantitativa, sino cualitativa. Es decir, se gasta lo mismo pero el consumo eléctrico procede de distintos lugares. Pensémoslo bien. A base de hacer que amanezca más temprano y anochezca más pronto conseguimos que el trabajador medio pase las horas de luz natural en su lugar de trabajo (franja mañana-tarde) y las horas de luz artificial (franja tarde-noche) en su casa. De esta manera el gasto de electricidad de las empresas es menor a costa de aumentar el gasto energético en los hogares particulares. Naturalmente no sólo quedan beneficiadas las empresas, sino que probablemente el gasto energético global sea algo superior al que sería posible debido a que se genera más consumo desde muchos lugares pequeños (los hogares), que desde los grandes (las oficinas).
Fuente: http://unmisantropo.blogspot.com/

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