7 hábitos para recuperar "el olvidado asombro de estar vivos"
Posiblemente la mañana sea uno de los mejores momentos del día para
hacer consciente la dimensión y alcances de nuestra existencia.
“La création du monde n'a pas eu lieu au début, elle a lieu tous les jours.”
Marcel Proust, Albertine disparue
En cuestión de horarios podríamos decir,
en un primer momento, que no hay nada escrito, que así como hay
personas que funcionan mucho mejor desde las primeras horas de la mañana
hasta las últimas de la tarde, igualmente hay quienes prefieren
desenvolverse a la sombra de las últimas horas del día, cuando la noche
aquieta la mayoría de las actividades del mundo, y que tanto uno como
otro tipo de persona, de horario, es “libre” de elegir este de acuerdo
con sus propios ritmos, de los cuales se podría decir, desde cierta
perspectiva, que no siempre son totalmente voluntarios, sino que pueden responder a cronotipos distintos de nuestros procesos corporales.
Y esa precisamente es la paradoja, pues a
pesar de las diferencias individuales que podrían argüirse al respecto
de los horarios, lo cierto es que en este asunto sí hay mucho escrito,
casi todo ello bajo la forma de normas sociales tácitas que nos empujan a
actuar de cierta manera, no necesariamente la que quisiéramos. Por
ejemplo, haciendo que nos levantemos temprano cuando preferiríamos vivir más bien en el otro extremo del día, o llevándonos a un desvelo a pesar de que la noche no es exactamente nuestro horario más adecuado.
Con todo, como han demostrado una buena cantidad de genios creativos a lo largo de la historia,
parece ser que la única forma de combatir el imperativo social es
abriéndose paso, es decir, encontrando o formando la rutina propia,
fundamentada en nuestras propias necesidades y gustos. A veces
coincidiéramos, otras no, pero en todos los casos es menester
intentarlo, y ver cómo funciona esto.
A continuación compartimos –junto con algunos GIFs con escenas de The Tree of Life (Terrence Malick, 2011)– 7 hábitos matutinos que, creemos, contribuyen a despertar eso que Octavio Paz, en Piedra de sol, llamó “el olvidado asombro de estar vivos.
Demora tu entrada al mundo
Pocas cosas más placenteras en la mañana como dedicar los primeros momentos posteriores al despertar a tu
vida. Sí, en efecto, el trabajo también forma parte de esta, y quizá
otras obligaciones, pero en cierta forma antes que todo ello está eso
otro que da otro peso a tu existencia. Tu cuerpo, tu úsica, tus primeras
respiraciones conscientes después de las horas que has pasado
durmiendo, la compañía en la que te encuentras, tus alimentos, etc. Eso
también es tu vida. Y, en cierto sentido, el mundo no tiene derecho a
entrar ahí –pero tú tienes todo el derecho de disfrutarlo.
No te conectes. No todavía.
En el sentido del punto anterior, en
nuestra vida contemporánea una de las principales puertas de entrada al
mundo es Internet, el cual parece omnipresente pero lo cierto es que su
contacto con nuestra vida aún depende de una conexión… o una
desconexión. ¿No crees que la lectura de ese correo electrónico del
trabajo puede esperar un poco? ¿O ese scrolleo inane por tu feed de Facebook?
Camina
Caminar es probablemente una de las
formas de meditación más asequibles para todos. Una buena caminata
matutina puede activar y vigorizar lo mismo nuestro cuerpo que nuestra
mente y nuestro ánimo. "Creo que en el momento en el que se empiezan a
mover mis piernas mis pensamientos empiezan a fluir", escribió Henry David Thoreau.
Purifícate
Desde la perspectiva antropológica es
intersante descubrir cómo una necesidad puramente fisiológica y salubre
como la higiene se recubrió con el paso de los años de múltiples y
azarosos significantes hasta quedar enmarcada en las prácticas de
religiones específicas, la mayoría de las cuales comparten rituales de
purificación que, en casi todos los casos, no son sino elaboradas formas
de higiene.
Más allá del contexto religioso, sin
duda la higiene es uno de los hábitos que nos sitúan con mayor
efectividad en la conciencia de nuestra realidad, en un sentido amplio:
desde la conciencia de nuestro propio cuerpo hasta la conciencia del
punto del espacio-tiempo en donde nos encontramos.
Lee
En un post que publicamos recientemente a propósito del proyecto de didáctica fílmica Every Frame a Painting,
se encuentra un video en el que un par de colaboradores de Chuck Jones
(el famoso creador de Bugs Bunny y otros personajes memorablemente
cómicos de Warner Bros) y eventualmente él mismo dan una recomendación
definitiva para reforzar o estimular la creatividad, sin importar el
ámbito profesional donde una persona se desarrolle: la lectura. A
primera vista podríamos creer que alguien como Jones o sus animadores y
guionistas deberían limitarse a tener contacto con su disciplina,
especializarse en nada más que esta, sin embargo, como las propias
creaciones de Jones lo muestran, lo creativo, lo sorprendente, lo
admirable, resulta muchas veces de la capacidad de cruzar campos de
conocimiento, del atrevimiento para llevar, por ejemplo, un aria de
Richard Wagner a una caricatura, ¿pero cómo podría suceder esto si, de
inicio, no sabemos qué es una valquiria?
La mañana puede ser un excelente momento
para leer, cada cual según sus propias inclinaciones e intereses: las
noticias del día para tener información, quizá un poema si lo que
buscamos es inspiración y una perspectiva distinta de la vida, quizá
algunos párrafos de una novela o un ensayo, un par de cuentos o lo que
sea que satisfaga nuestra curiosidad. Leer “aunque sean los papeles
rotos de las calles”, como escribe Cervantes en el Quijote.
En Pijama Surf: ¿Te cuesta mucho leer clásicos de la literatura? Con esta guía definitiva ya ninguno se te resistirá
Haz una lista breve de las cosas que quieres/tienes que hacer en el día
Una vez que has cumplido estos rituales
puedes, ahora sí, preparar tu entrada al mundo. ¿De qué manera? Una
modesta proposición es que clarifiques tu mente al respecto de lo que te
espera, pero también de lo que quieres, y elabores una pequeña lista
con las actividades más relevantes que tienes de cara al día. Estas
pueden ser o no laborales. Quizá, en efecto, tienes una reunión a la que
no puedes faltar, pero también puede ser que desde hace varios días
estés postergando la visita a una exposición que te atrae mucho, o ver
una película que igualmente te interesa. ¿Por qué no hacer que este sea
el día? Más allá de la planificación (que a veces es el método más
efectivo para no hacer algo), este pequeño hábito también puede ayudarte
a tomar conciencia de las actividades de tu vida a las que estás
concediendo mayor importancia.
O una recapitulación…
Aunque el “examen de conciencia” es una
práctica, además de deleznable, más bien nocturna, quizá por las mañanas
podrías intentar una variación que le dé un sentido especial a tu nuevo
día. Pocas veces nos detenemos a pensar en los pequeños logros que
todos tenemos todos los días, quizá algunos con más repercusión que
otros, pero todos importantes.
A este respecto, aunque no muchas
personas se siente “capacitadas” para escribir, quizá este podría ser el
momento de recuperar la olvidad práctica del diario personal, no
necesariamente a la manera de los abigarrados registros del pasado, sino
llevado a nuestra circunstancias y necesidades. ¿Por qué no tener un
cuaderno (o un documento digital, no hay problema) en el que consignemos
algunas de esas rememoraciones de nuestra vida?
BONUS: Medita
Desde hace algunos años la meditación
–tal y como, con variantes, se practica en distintas culturas
orientales– se ha popularizado en Occidente, impulsada incluso por
estudios científicos que han encontrado indicios de efectos notables a nivel neuronal y del sistema nervioso.
Por este auge a la distancia podría parecer que la meditación es o una
moda o una disciplina complicada o reservada a las personas que también
hacen yoga y llevan una dieta vegetariana. Sin embargo esto es un
prejuicio.
Una de las características más
sorprendentes de la meditación es que, al menos de inicio, es sencillo
realizarla, pues para comenzar basta con sentarse en una posición cómoda
–pero estable y derecha; y no tiene que ser una postura tipo “flor de
loto”, sino que puede ser incluso en una silla común, de buena altura y
respaldo recto–, entrecerrar los ojos, dejando apenas visible una línea
de luz del exterior, tomar conciencia de la respiración al tiempo que
cada inspiración y exhalación se acompaña de un conteo mental en el que,
también en la mente, se “escucha” el sonido de cada número (cincooo…
cuatrooo… treees… dooos… uunoo… ceeroo… cincooo… cuatrooo…, etc.). El
conteo, como en el ejemplo, puede ser regresivo, en español y del cinco
al cero, repitiendo esta breve secuencia tantas veces como tengan cabida
en, por ejemplo, un periodo de cinco, quince o treinta minutos, según
la posibilidad de quien medita.
Esto, en cierta forma, es lo sencillo.
Lo difícil es no perderse en los propios pensamientos o, dicho de otra
manera, concentrarse en nada más que la respiración al ritmo del conteo
regresivo. Si te sirve de alguna ayuda, personas que meditan
cotidianamente aseguran que esto es normal, pero no deseable. Ante esta
situación en el budismo se compara a la mente en meditación con una
montaña rodeada nubes: la mente que medita es la montaña y las nubes los
pensamientos que surgen mientras nos encontramos en el esfuerzo de
enfocarnos en nada más que la respiración; los pensamientos surgen, esto
es inevitable, las nubes se forman y pasan, pero la montaña no se va
con ellas, y así tampoco la mente, a la que la meditación enseña a no
irse con cada pensamiento que tiene, sino a enfocarse en su presente, su
aquí y su ahora. Una buena razón para meditar, ¿no crees?
FUENTE http://pijamasurf.com
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