El método de la cuchara de Dalí para acceder a la creatividad del subconsciente
Una buena forma de acceder al potencial creativo y curativo de la mente utilizando el estado hipnagógico
Salvador Dalí, un genio excesivo si los
hay, es conocido por su imaginación prodigiosa, por borrar las fronteras
entre lo onírico y lo real y subvertir el orden y la moral establecida.
Su genialidad rayaba en el delirio, la ludopatía de la mente y la
megalomanía, pero nadie puede negar que su capacidad visionaria es
difícil de igualar.
Gran parte de este fértil caudal
provenía de quitar los frenos a su mente y dejarla producir imágenes sin
la censura analítica de la razón. Para esto empleaba algunas técnicas,
la más señera es la que ha sido llamada simplemente de la "cuchara".
Dalí había diseñado un sencillo sistema en el que sostenía una cuchara
en su mano o la dejaba pegada a su pecho para que se cayera fácilmente
sobre un plato cuando se quedaba dormido. El objetivo de esto
era producir un sonido que lo despertara --uno imagina que de una forma
un tanto armónica que le permitía retomar su ejercicio. Una vez que
sucedía esto Dalí reanudaba su divagación y se dejaba ir por el flujo de
su mente como un pescador en una balsa. Este sistema le permitía
oscilar entre el sueño y la vigilia en un lánguido crepúsculo de
imágenes que provenían de su mente subconsciente como peces
submarinos que saltaban a la superficie.
Andrew Holecek, autor del libro Dream Yoga,
que conjuga las tradiciones tibetanas del yoga de los sueños con
investigación científica sobre sueños lúcidos, sugiere que Dalí creó una
forma de "arte del bardo", es decir, arte de los planos
intermedios, utilizando el poder del estado hipnagógico. Llama la
atención la creatividad de Dalí de encontrar esta sencilla técnica para
fomentar su propia creatividad, haciendo su propio bucle de
retroalimentación. Como él mismo decía (según una cita atribuida): "No
uso drogas, yo soy las drogas". Si algunos artistas utilizan sustancias
para catalizar su proceso creativo, Dalí supo naturalmente que la mente
contiene todas las cosas (incluyendo todas las drogas) y no es necesario
utilizar intermediarios si se conoce la fuente; parafraseando al poeta
Haroldo de Campos, tomó la mezcalina de sí mismo. Algo similar hizo Jung en la etapa de su Libro Rojo.
El estado hipnagógico es una fase que se
considera "presueño" en la cual las ondas cerebrales pasan de beta a
alpha (la palabra hipnagógico significa "aquello que lleva al sueño").
En esta fase se suelen presentar pequeñas alucinaciones, sensaciones de
"caerse" y la disolución de la frontera entre afuera o adentro e incluso
entre el yo y el mundo. Es por ello que es tan interesante cultivar
este estado como un surtidor de visiones e incluso para la investigación
de la naturaleza de la mente, haciendo una forma de meditación.
El método de de Dalí de minar su propia
mente utilizando el estado hipnagógico tiene cierto paralelo con la
meditación budista de tomar la mente como objeto o sendero, si bien en
ese caso lo que se busca no es la creatividad. Esta meditación entra
generalmente dentro de lo que se conoce como shamatha, concentración y
pacificación, aunque también bordea con el vipashyana, la meditación
analítica en tanto que se pueden hacer investigaciones puntuales sobre
la naturaleza de la mente. El método en este caso difiere del mero
estado hipnagógico ya que no busca caer en la laxitud (ni excitación),
pero sí toma todos los pensamientos, conceptos, imágenes, memorias y
demás contenido mental surge como objetos de la atención sin aferrarse a
ninguno, simplemente observándolos como quien mira una película
proyectada en una pantalla. Aunque el fin no es la creatividad, el solo
desapego (no identificación) y la distancia que se crea entre el flujo
mental y la conciencia de dicho flujo permite acceder a una dimensión
generalmente velada de la mente; se hace consciente lo
subconsciente --algo muy importante en términos de la psicología de Carl
Jung. Esto se hace de forma que el contenido que yacía subconsciente
pierde su poder, ya que uno deja de identificarse con dicho contenido,
el cual operaba desde la sombra, influyendo en nuestra conducta. Como
dice el maestro de meditación Alan Wallace, tomando de Dudjom Lingpa,
este surgimiento de la masa psíquica de las profundidades de la mente a
la superficie, cuando no reaccionemos o nos aferremos a eso que surge,
es un espacio de sanación y liberación del equipaje kármico que llevamos
a todos lados.
En este sentido podemos hacer una última
conexión, ya que la creatividad, que en Dalí, emblemáticamente
surrealista, tiene su fuente en ese estado que subyace a la realidad de
la vigilia, es altamente sanadora. El proceso creativo sana justamente
concentrando la mente y liberando energía de la profundidad de la
psique. La creatividad limpia y da significado al directamente
vincularnos con el mundo de las formas. La meditación también sana
concentrando la mente y articulando en el silencio un proceso de
limpieza de la miasma que llevamos dentro por innumerables ciclos.
Twitter del autor: @alepholo
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