Implante de Recuerdos
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¿Que son los recuerdos cultivados? ¡Insertar falsos recuerdos en nuestra memoria SI es posible!
¿Es posible insertar un recuerdo en la mente de alguien de forma que la persona lo integre como propio? No solo es posible, sino que probablemente alguien te lo ha hecho alguna vez o incluso tu has participado en la inserción de un recuerdo falso. Vamos a ver cómo es posible insertar falsos recuerdos en la mente de cualquier persona.
Es muy probable que estés convencido de que tienes algún recuerdo (más o menos nítido) de tu más tierna infancia, incluso de cuando eras un bebé. Siento tener que decepcionarte, pero muy posiblemente tu recuerdo sea falso.
Vamos a ir incluso un poco más allá: ¿tienes la certeza absoluta de que alguno de tus recuerdos fue tal y como tú lo recuerdas? ¿Estás seguro?, ¿pondrías la mano en el fuego? Pues siento volver a decepcionarte pero seguro que no fue como tu lo recuerdas y es en parte producto de tu imaginación.
Siempre he tenido la intuición de que determinados recuerdos que tenía de mi infancia no lo eran realmente, sino composiciones que el cerebro había ido generando con retales de historias contadas por otras personas, principalmente mis padres y familiares. Ahora tengo la certeza.
No sólo recordamos cosas que no han pasado, sino que las que realmente hemos vivido resulta que no las recordamos con mucha fidelidad. Cuantas veces habré discutido con mi pareja sobre quien tiene razón acerca de cómo se desarrolló algo. ¿Te resulta familiar esta situación? Los dos pensábamos que nuestro recuerdo era el más fiel a la realidad y no dábamos nuestro brazo a torcer. En realidad los dos estábamos equivocados y si un espectador hubiese grabado la escena original, nos sorprenderíamos de lo que pasó en realidad.
Cómo se almacenan los recuerdos
Mediante la memoria somos capaces de almacenar los recuerdos en distintas zonas de nuestro cerebro para poder evocarlas posteriormente cuando las necesitemos.
El recuerdo se almacena mediante conexiones entre grupos de neuronas, de forma que: cuanto más importante, traumático, o más veces se use el recuerdo, mayor número de conexiones se formarán y habrá más caminos para acceder a dicho recuerdo. Además, existen distintos neurotransmisores que se liberan en distintas situaciones, como puede ser el miedo o el estrés, que aumentan la forma en que se fija el recuerdo en nuestro cerebro, haciendo así que sea mucho más difícil de eliminar.
Los falsos recuerdos: el corta-pega de nuestra memoria
Hace años se pensaba que nuestra memoria era una grabadora que simplemente cogía datos, los almacenaba y los devolvía exactamente igual. Hoy sabemos que no es así.
Nuestra memoria no es un fiel reproductor de las cosas que nos han pasado, sino que es más bien caprichosa. De esa forma, con el tiempo nuestros recuerdos evolucionan y les añadimos o eliminamos información a nuestro antojo. Este retoque continuo se produce por la adquisición de nuevas experiencias y por influencias externas de otras personas. De esa forma, algo que hemos vivido de una manera determinada que podemos evocar perfectamente al poco tiempo de almacenarlo, con el tiempo se alimenta de otros recuerdos y sufre una auténtica transformación.
Parece además que la memoria tiene complejo de superioridad y va mejorando los recuerdos para que nos sintamos más a gusto con nosotros mismos. De esa manera, habitualmente recordamos que obtuvimos mejores notas académicas de las que realmente sacamos (a lo mejor por eso engordamos los currículums). También así es como el cerebro nos hace creer que hemos tomado una elección correcta, mejorando el recuerdo para que nos sintamos más felices. Y también funciona al contrario, minimizando los efectos de una pérdida para disminuir las consecuencias.
Al igual que somos capaces de coger un recuerdo, contaminarlo y dejarlo irreconocible, también podemos crear uno nuevo e interiorizarlo como propio. Basta con pensar y visualizar muchas veces un evento para que empecemos a recordarlo. Entonces, ¿qué validez o confiabilidad podemos dar a nuestra memoria? Pues por lo que parece, más bien poca y según para que cosas. A nadie le importa que pienses que sacaste mejores notas, o que recuerdes como te acunaban cuando eras un bebé. El problema viene cuando “recuerdas” ante un jurado quien fue la persona que te agredió o cómo sufriste malos tratos en la infancia.
Uno de los casos más llamativos de la baja confiabilidad es el de las ruedas de reconocimiento en identificación de criminales. De entre los casos en los que se confundió al asesino (demostrado posteriormente mediante ADN), el 78% fueron acusados por identificación de testigos. De esta forma los falsos recuerdos han sido protagonistas de muchos casos judiciales, en los cuales se les ha concedido mayor valor del que se debería.
También existen casos de pacientes inducidos por sus propios psicólogos y psiquiatras, han recordado erróneamente haber sido víctimas de abusos o malos tratos para justificar unos síntomas, destrozando así la vida de muchas familias.
Introducción de falsos recuerdos en el cerebro
Es muy posible que muchos de tus recuerdos de tu infancia no sean tal y como los recuerdas o incluso que sean falsos. Te invito a hacer un pequeño análisis mental y verás como empiezas a dudar sobre ciertos recuerdos…
Factores que facilitan la implantación de un falso recuerdo en una persona:
Susceptibilidad personal: las personas con problemas de memoria o atención son más susceptibles. Se estima que la cuarta parte de la población es apta para la implantación.
Las personas con gran imaginación son también más vulnerables.
Añadir detalles sensoriales como el tacto, el oído, la vista o el olfato, aumenta las posibilidades de implantación exitosa
Ejercer presión psicológica sobre la persona para que recuerde
Los 5 pasos para implantar falsos recuerdos: la receta
Finalmente lo que seguro que estás esperando desde el inicio del post: la receta. Ya hemos desgranado los ingredientes, sólo nos falta saber la forma de cocinarlos para obtener el plato deseado. (Aviso previo: si intentas esto con alguién, es posible que cambies sus recuerdos para siempre.)
Ingredientes:
Persona susceptible (mejor con problemas de atención o de memoria).
Historia personal previa del sujeto a manipular.
Uno o varios falsos recuerdos.
Un manipulador.
Un poco de paciencia y tiempo.
Forma de elaboración: Los 5 pasos para implantar un recuerdo
1. Conseguir la vida personal del sujeto: esto puede hacerse a través de su psicoterapeuta o su familia.
2. Plantar la semilla del falso recuerdo: mediante sugestión, sugiere la posibilidad de que el falso recuerdo podría haber pasado.
3. Cocinar a fuego lento: poco a poco, el sujeto comenzará a sentirse familiar con el recuerdo. Añadir recuerdos accesorios paulatinamente (detalles, lugares, personas, etc.) para que el recuerdo comience a coger forma. Poco a poco los límites entre el recuerdo original y el implantado se irán difuminando.
4. Añadir potenciadores y aceleradores: que el sujeto imagine la escena, añadir detalles sensoriales como puede ser mostrarle fotos auténticas junto con otras trucadas.
5. Preparar al gusto: mediante detalles finales, conseguir el recuerdo como nos apetezca.
Es increíble no solo la influencia que podemos tener sobre las personas, sino también cómo podemos alterar sus recuerdos, incluso sin darnos cuenta.
A partir de ahora, cuando juzgues si un recuerdo es auténtico, tendrás que descartar primero si te lo has imaginado, lo has soñado o se debe a cualquier otra experiencia. Incluso cabe la posibilidad de que te lo hayan implantado…
¿Es posible insertar un recuerdo en la mente de alguien de forma que la persona lo integre como propio? No solo es posible, sino que probablemente alguien te lo ha hecho alguna vez o incluso tu has participado en la inserción de un recuerdo falso. Vamos a ver cómo es posible insertar falsos recuerdos en la mente de cualquier persona.
Es muy probable que estés convencido de que tienes algún recuerdo (más o menos nítido) de tu más tierna infancia, incluso de cuando eras un bebé. Siento tener que decepcionarte, pero muy posiblemente tu recuerdo sea falso.
Vamos a ir incluso un poco más allá: ¿tienes la certeza absoluta de que alguno de tus recuerdos fue tal y como tú lo recuerdas? ¿Estás seguro?, ¿pondrías la mano en el fuego? Pues siento volver a decepcionarte pero seguro que no fue como tu lo recuerdas y es en parte producto de tu imaginación.
Siempre he tenido la intuición de que determinados recuerdos que tenía de mi infancia no lo eran realmente, sino composiciones que el cerebro había ido generando con retales de historias contadas por otras personas, principalmente mis padres y familiares. Ahora tengo la certeza.
No sólo recordamos cosas que no han pasado, sino que las que realmente hemos vivido resulta que no las recordamos con mucha fidelidad. Cuantas veces habré discutido con mi pareja sobre quien tiene razón acerca de cómo se desarrolló algo. ¿Te resulta familiar esta situación? Los dos pensábamos que nuestro recuerdo era el más fiel a la realidad y no dábamos nuestro brazo a torcer. En realidad los dos estábamos equivocados y si un espectador hubiese grabado la escena original, nos sorprenderíamos de lo que pasó en realidad.
Cómo se almacenan los recuerdos
Mediante la memoria somos capaces de almacenar los recuerdos en distintas zonas de nuestro cerebro para poder evocarlas posteriormente cuando las necesitemos.
El recuerdo se almacena mediante conexiones entre grupos de neuronas, de forma que: cuanto más importante, traumático, o más veces se use el recuerdo, mayor número de conexiones se formarán y habrá más caminos para acceder a dicho recuerdo. Además, existen distintos neurotransmisores que se liberan en distintas situaciones, como puede ser el miedo o el estrés, que aumentan la forma en que se fija el recuerdo en nuestro cerebro, haciendo así que sea mucho más difícil de eliminar.
Los falsos recuerdos: el corta-pega de nuestra memoria
Hace años se pensaba que nuestra memoria era una grabadora que simplemente cogía datos, los almacenaba y los devolvía exactamente igual. Hoy sabemos que no es así.
Nuestra memoria no es un fiel reproductor de las cosas que nos han pasado, sino que es más bien caprichosa. De esa forma, con el tiempo nuestros recuerdos evolucionan y les añadimos o eliminamos información a nuestro antojo. Este retoque continuo se produce por la adquisición de nuevas experiencias y por influencias externas de otras personas. De esa forma, algo que hemos vivido de una manera determinada que podemos evocar perfectamente al poco tiempo de almacenarlo, con el tiempo se alimenta de otros recuerdos y sufre una auténtica transformación.
Parece además que la memoria tiene complejo de superioridad y va mejorando los recuerdos para que nos sintamos más a gusto con nosotros mismos. De esa manera, habitualmente recordamos que obtuvimos mejores notas académicas de las que realmente sacamos (a lo mejor por eso engordamos los currículums). También así es como el cerebro nos hace creer que hemos tomado una elección correcta, mejorando el recuerdo para que nos sintamos más felices. Y también funciona al contrario, minimizando los efectos de una pérdida para disminuir las consecuencias.
Al igual que somos capaces de coger un recuerdo, contaminarlo y dejarlo irreconocible, también podemos crear uno nuevo e interiorizarlo como propio. Basta con pensar y visualizar muchas veces un evento para que empecemos a recordarlo. Entonces, ¿qué validez o confiabilidad podemos dar a nuestra memoria? Pues por lo que parece, más bien poca y según para que cosas. A nadie le importa que pienses que sacaste mejores notas, o que recuerdes como te acunaban cuando eras un bebé. El problema viene cuando “recuerdas” ante un jurado quien fue la persona que te agredió o cómo sufriste malos tratos en la infancia.
Uno de los casos más llamativos de la baja confiabilidad es el de las ruedas de reconocimiento en identificación de criminales. De entre los casos en los que se confundió al asesino (demostrado posteriormente mediante ADN), el 78% fueron acusados por identificación de testigos. De esta forma los falsos recuerdos han sido protagonistas de muchos casos judiciales, en los cuales se les ha concedido mayor valor del que se debería.
También existen casos de pacientes inducidos por sus propios psicólogos y psiquiatras, han recordado erróneamente haber sido víctimas de abusos o malos tratos para justificar unos síntomas, destrozando así la vida de muchas familias.
Introducción de falsos recuerdos en el cerebro
Es muy posible que muchos de tus recuerdos de tu infancia no sean tal y como los recuerdas o incluso que sean falsos. Te invito a hacer un pequeño análisis mental y verás como empiezas a dudar sobre ciertos recuerdos…
Factores que facilitan la implantación de un falso recuerdo en una persona:
Susceptibilidad personal: las personas con problemas de memoria o atención son más susceptibles. Se estima que la cuarta parte de la población es apta para la implantación.
Las personas con gran imaginación son también más vulnerables.
Añadir detalles sensoriales como el tacto, el oído, la vista o el olfato, aumenta las posibilidades de implantación exitosa
Ejercer presión psicológica sobre la persona para que recuerde
Los 5 pasos para implantar falsos recuerdos: la receta
Finalmente lo que seguro que estás esperando desde el inicio del post: la receta. Ya hemos desgranado los ingredientes, sólo nos falta saber la forma de cocinarlos para obtener el plato deseado. (Aviso previo: si intentas esto con alguién, es posible que cambies sus recuerdos para siempre.)
Ingredientes:
Persona susceptible (mejor con problemas de atención o de memoria).
Historia personal previa del sujeto a manipular.
Uno o varios falsos recuerdos.
Un manipulador.
Un poco de paciencia y tiempo.
Forma de elaboración: Los 5 pasos para implantar un recuerdo
1. Conseguir la vida personal del sujeto: esto puede hacerse a través de su psicoterapeuta o su familia.
2. Plantar la semilla del falso recuerdo: mediante sugestión, sugiere la posibilidad de que el falso recuerdo podría haber pasado.
3. Cocinar a fuego lento: poco a poco, el sujeto comenzará a sentirse familiar con el recuerdo. Añadir recuerdos accesorios paulatinamente (detalles, lugares, personas, etc.) para que el recuerdo comience a coger forma. Poco a poco los límites entre el recuerdo original y el implantado se irán difuminando.
4. Añadir potenciadores y aceleradores: que el sujeto imagine la escena, añadir detalles sensoriales como puede ser mostrarle fotos auténticas junto con otras trucadas.
5. Preparar al gusto: mediante detalles finales, conseguir el recuerdo como nos apetezca.
Es increíble no solo la influencia que podemos tener sobre las personas, sino también cómo podemos alterar sus recuerdos, incluso sin darnos cuenta.
A partir de ahora, cuando juzgues si un recuerdo es auténtico, tendrás que descartar primero si te lo has imaginado, lo has soñado o se debe a cualquier otra experiencia. Incluso cabe la posibilidad de que te lo hayan implantado…
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