CATALUÑA; REIR O LLORAR
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Haciendo una pequeña "trampa" respecto al lema del blog ("contrainformación que no encontrarás en los medios oficiales ...") reproduzco hoy, por su implacable lucidez, un artículo publicado en su día por el diario LA VANGUARDIA con el que la escritora Laura Freixas diagnosticaba el disparate al que, entre la perplejidad y la indignación, asistimos los partidarios del sentido común frente al pensamiento mágico con el que cuatro iluminados han conseguido contagiar a un porcentaje nada desdeñable de la población catalana, infección con tintes de pandemia que amenaza -ya veremos si las autoridades saben atajarla antes- con causar víctimas mortales. Mientras esa terrible posibilidad no se materialice, aún podemos reirnos de la tragicomedia de pésima calidad que unos y otros nacionalistas sobreactuados representan. Y volver al sentido común que estas reflexiones sin desperdicio aportan:
Que nuestro presidente nos convoque a un referéndum para el que no hay
censo, ni junta electoral, ni funcionarios, ni locales, ni urnas, ¿no
da risa?
Que presida el Gobierno un señor que no se presentó para ese cargo, y su
proyecto estrella sea uno que no figuraba en el programa, ¿no es como
para llorar?
Que un Gobierno adopte una iniciativa de inmensa trascendencia ... con el evidente fin de que otro Gobierno la prohíba, ¿no parece una broma?
Que nos digan que una decisión traumática e irreversible se podrá tomar por un voto, sin umbral mínimo de participación, ¿no es alarmante?
Que la voluntad de todos aquellos que en esas condiciones nos negamos a votar (el 9-N fuimos el 63%) no cuente para nada, ¿no es motivo de furia?
Que nos anuncien que han preparado una ley importantísima para el caso de que gane el sí, pero no nos dejen verla, ¿no es un chiste?
Que llevemos cinco años hablando de una sola cosa: si proclamamos o no un Estado independiente, pero que nadie sepa en qué consistiría, porque los proyectos o no se conocen, o son irrealizables, o incompatibles entre sí (¿qué país pueden construir juntos Junts pel Sí y la CUP?), ¿no es un disparate? Que el presidente exprese complacido que “damos miedo, y más miedo que daremos”, ¿debería provocarnos carcajadas o sudores fríos?
Que para el caso de que no se celebre el referéndum, quienes lo han convocado no tengan ningún plan, ¿no es terrorífico? Cuando todo esto se vaya a pique, como de un modo u otro se va a ir, ¿qué piensa hacer el Govern? ¿Atrincherarse en el castillo de Montjuïc, con cianuro y revólveres? ¿En el túnel del terror del Tibidabo, con sombreros de cucurucho y escobas? ¿O salir al balcón de la plaza Sant Jaume a tirar monigotes de papel y polvos picapica gritando: ¡inocentes, inocentes!, ¡os creísteis lo de la independencia!... y de paso, revelar que los Reyes son los padres?
Yo no sé si debo reír (¿de miedo?) o llorar (¿de risa?). O afligirme al comprobar que cada día que pasa estamos más divididos y enfrentados. O comprar palomitas y sentarme a contemplar el espectáculo. O preparar pañuelos y abrazos para quienes se van a quedar huérfanos, o tomates podridos para quienes les engañaron. Lo que sé es que, por favor, por favor, por favor, ¡quiero poder pensar en otra cosa!
Que el nostre president ens convoqui a un referèndum per al qual no
hi ha cens, ni junta electoral, ni funcionaris, ni locals, ni urnes, no
fa riure?
Que presideixi el Govern un senyor que no es va presentar per a aquest càrrec, i el seu projecte estrella sigui un que no figurava en el programa, no és com per plorar?
Que un Govern adopti una iniciativa d’immensa transcendència... amb l’evident finalitat que un altre Govern la prohibeixi, no sembla una broma?
Que ens diguin que una decisió traumàtica i irreversible es podrà prendre per un vot, sense llindar mínim de participació, no és alarmant? Que la voluntat de totes aquelles persones que en aquestes condicions ens neguem a votar (el 9- N vam ser el 63%), no compti per a res, no és motiu de fúria?
Que ens anunciïn que han preparat una llei importantíssima per al cas que guanyi el sí, però que no ens deixin veure-la, no és un acudit?
Que faci cinc anys que parlem d’una sola cosa –si proclamem o no un Estat independent–, però que ningú no sàpiga en què consistiria, perquè els projectes o no es coneixen, o són irrealitzables, o incompatibles entre si (quin país poden construir junts Junts pel Sí i la CUP?), no és un disbarat?
Que el president expressi complagut que “fem por, i més que en farem”, ens hauria de provocar rialles o suors fredes?
Que per al cas que no se celebri el referèndum, els qui l’han convocat no tinguin cap pla, no és terrorífic? Quan tot això se’n vagi en orris, com d’una manera o una altra se n’anirà, què pensa fer el Govern? Atrinxerar-se al castell de Montjuïc, amb cianur i revòlvers? Al túnel del terror del Tibidabo, amb barrets de cucurutxo i escombres? O sortir al balcó de la plaça Sant Jaume a tirar ninots de paper i pólvores pica-pica cridant: innocents, innocents!, us heu cregut això de la independència!... i de passada, revelar que els Reis són els pares?
Jo no sé si he de riure (de por?) o plorar (de riure?). O afligir-me en comprovar que cada dia que passa estem més dividits i enfrontats. O comprar crispetes i seure a contemplar l’espectacle. O preparar mocadors i abraçades per als qui es quedaran orfes, o tomàquets podrits per als qui els van enganyar. El que sé és que, sisplau, sisplau, sisplau, vull poder pensar en una altra cosa! Laura Freixas
Haciendo una pequeña "trampa" respecto al lema del blog ("contrainformación que no encontrarás en los medios oficiales ...") reproduzco hoy, por su implacable lucidez, un artículo publicado en su día por el diario LA VANGUARDIA con el que la escritora Laura Freixas diagnosticaba el disparate al que, entre la perplejidad y la indignación, asistimos los partidarios del sentido común frente al pensamiento mágico con el que cuatro iluminados han conseguido contagiar a un porcentaje nada desdeñable de la población catalana, infección con tintes de pandemia que amenaza -ya veremos si las autoridades saben atajarla antes- con causar víctimas mortales. Mientras esa terrible posibilidad no se materialice, aún podemos reirnos de la tragicomedia de pésima calidad que unos y otros nacionalistas sobreactuados representan. Y volver al sentido común que estas reflexiones sin desperdicio aportan:
Laura Freixas, confirmando que el "seny" (sensatez) catalán todavía goza de buena salud |
Que un Gobierno adopte una iniciativa de inmensa trascendencia ... con el evidente fin de que otro Gobierno la prohíba, ¿no parece una broma?
Que nos digan que una decisión traumática e irreversible se podrá tomar por un voto, sin umbral mínimo de participación, ¿no es alarmante?
Que la voluntad de todos aquellos que en esas condiciones nos negamos a votar (el 9-N fuimos el 63%) no cuente para nada, ¿no es motivo de furia?
Que nos anuncien que han preparado una ley importantísima para el caso de que gane el sí, pero no nos dejen verla, ¿no es un chiste?
Que llevemos cinco años hablando de una sola cosa: si proclamamos o no un Estado independiente, pero que nadie sepa en qué consistiría, porque los proyectos o no se conocen, o son irrealizables, o incompatibles entre sí (¿qué país pueden construir juntos Junts pel Sí y la CUP?), ¿no es un disparate? Que el presidente exprese complacido que “damos miedo, y más miedo que daremos”, ¿debería provocarnos carcajadas o sudores fríos?
Que para el caso de que no se celebre el referéndum, quienes lo han convocado no tengan ningún plan, ¿no es terrorífico? Cuando todo esto se vaya a pique, como de un modo u otro se va a ir, ¿qué piensa hacer el Govern? ¿Atrincherarse en el castillo de Montjuïc, con cianuro y revólveres? ¿En el túnel del terror del Tibidabo, con sombreros de cucurucho y escobas? ¿O salir al balcón de la plaza Sant Jaume a tirar monigotes de papel y polvos picapica gritando: ¡inocentes, inocentes!, ¡os creísteis lo de la independencia!... y de paso, revelar que los Reyes son los padres?
Yo no sé si debo reír (¿de miedo?) o llorar (¿de risa?). O afligirme al comprobar que cada día que pasa estamos más divididos y enfrentados. O comprar palomitas y sentarme a contemplar el espectáculo. O preparar pañuelos y abrazos para quienes se van a quedar huérfanos, o tomates podridos para quienes les engañaron. Lo que sé es que, por favor, por favor, por favor, ¡quiero poder pensar en otra cosa!
El president amb el cap a ocells |
Que presideixi el Govern un senyor que no es va presentar per a aquest càrrec, i el seu projecte estrella sigui un que no figurava en el programa, no és com per plorar?
Que un Govern adopti una iniciativa d’immensa transcendència... amb l’evident finalitat que un altre Govern la prohibeixi, no sembla una broma?
Que ens diguin que una decisió traumàtica i irreversible es podrà prendre per un vot, sense llindar mínim de participació, no és alarmant? Que la voluntat de totes aquelles persones que en aquestes condicions ens neguem a votar (el 9- N vam ser el 63%), no compti per a res, no és motiu de fúria?
Que ens anunciïn que han preparat una llei importantíssima per al cas que guanyi el sí, però que no ens deixin veure-la, no és un acudit?
Que faci cinc anys que parlem d’una sola cosa –si proclamem o no un Estat independent–, però que ningú no sàpiga en què consistiria, perquè els projectes o no es coneixen, o són irrealitzables, o incompatibles entre si (quin país poden construir junts Junts pel Sí i la CUP?), no és un disbarat?
Que el president expressi complagut que “fem por, i més que en farem”, ens hauria de provocar rialles o suors fredes?
Que per al cas que no se celebri el referèndum, els qui l’han convocat no tinguin cap pla, no és terrorífic? Quan tot això se’n vagi en orris, com d’una manera o una altra se n’anirà, què pensa fer el Govern? Atrinxerar-se al castell de Montjuïc, amb cianur i revòlvers? Al túnel del terror del Tibidabo, amb barrets de cucurutxo i escombres? O sortir al balcó de la plaça Sant Jaume a tirar ninots de paper i pólvores pica-pica cridant: innocents, innocents!, us heu cregut això de la independència!... i de passada, revelar que els Reis són els pares?
Jo no sé si he de riure (de por?) o plorar (de riure?). O afligir-me en comprovar que cada dia que passa estem més dividits i enfrontats. O comprar crispetes i seure a contemplar l’espectacle. O preparar mocadors i abraçades per als qui es quedaran orfes, o tomàquets podrits per als qui els van enganyar. El que sé és que, sisplau, sisplau, sisplau, vull poder pensar en una altra cosa! Laura Freixas
(Fuente:
http://www.lavanguardia.com/
)
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